El Dios verdadero, responsabiliza del hermano y del Bien Común
Manuel Pablo Maza Miquel, S.J. mmaza@belenjesuit.org
Los cristianos siempre necesitamos revisarnos acerca de cómo estamos viviendo nuestra fe y en qué Dios estamos creyendo. Pablo les escribía a los corintios: “que cada uno se pregunte cómo construye” (1ª Corintios 3, 10). Nunca debemos olvidar que los que mataron a Jesús también creían en Dios, pero rechazaban visceralmente el Dios que anunció Jesús.
Preocupémonos por la calidad de nuestras celebraciones y la fidelidad a las devociones, pero más importante es examinarnos cómo estamos respondiendo a las necesidades básicas de nuestros hermanos, ésas que garantizan su dignidad de hijos de Dios.
Desde las primeras páginas de la Biblia, el Señor responsabiliza a la mujer y al hombre: “Dios los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra» (Génesis 1, 28).
Ante Caín que no quiere responsabilizarse de Abel, el Señor le pregunta: “¿Dónde está tu hermano?” (Génesis 4, 9). Somos responsables de esta sociedad.
Los cristianos creemos que Jesús de Nazaret nos anunció el Dios Verdadero. Ese Dios está tan interesado en el bien de los demás, que lo antepone al culto. Jesús nos amonesta así: “Por eso, si tú estás para presentar tu ofrenda en el altar, y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y vete antes a hacer las paces con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda.” (Mateo 5, 23 – 24).
Los pueblos de América nos gloriamos de ser marianos, ¿cómo no hemos caído en cuenta todavía de que mucha gente nunca ha tenido vino (Juan 2, 1 -11) y a otros se les acabó hace rato?
La fe tiene que llevarnos a no “dar un rodeo” (Lucas 10, 25 – 37) ante los problemas nacionales. En su Mensaje del 27 de febrero del 2025 nuestros obispos nos responsabilizan de una alegría de vivir para todos: “Vivimos en un mundo donde a las personas, sobre todo, si son pobres y marginadas, se les tratan como desechables. Invitamos a hacer una alianza, trabajando por un porvenir esperanzador, donde se recupere la alegría de vivir, la unidad familiar, y donde todos puedan tener acceso a los servicios básicos.”