Fuera bueno que la paz
sea más que una palabra
que al invocarla se abra
el alma de los demás,
y de la tierra su faz
no sea bélico escenario
y no exista un mercenario
que por placer y dinero
sea un bestial carnicero
despiadado y sanguinario.
Que amar la naturaleza
sea una norma en la vida
sin haber mano atrevida
depredando su belleza,
y que la gentileza
en el trato cotidiano
hacia el niño o el anciano
sea algo natural
no un tratamiento casual
etiquetado de urbano.
Cuando vayamos a orar
hacerlo con convicción
la espiritual reflexión
que al alma puede sanar,
lo mismo que para amar
hacerlo sin atadura
con respeto, con dulzura
haciendo uno de dos
con la bendición de Dios
bajo sagrada escritura.
Que sean nuestras acciones
ejemplo de humanidad
promoviendo la unidad
y así sirvan de lecciones,
evitando las fricciones
concertando voluntades
afianzando libertades
(que es derecho consagrado)
y al fin lo habremos logrado:
cambiar nuestras sociedades.