En muchos curso de biblias e historias de Israel que nos llegan, se nos habla del destierro o exilio de Babilonia que vivió el pueblo de Israel, del cual nos llegan sus reminiscencias teológicas y de la fe del pueblo en esa época a través del libro II de Reyes, los profetas: Jeremías, Ezequiel y segundo Isaías, algo del cronista y el Salmo 137. A esta etapa le anteceden unas deportaciones previas que sufre el pueblo en cuanto que parte de su gente es llevada a la capital imperial de los caldeos que era Babilonia, ya que la ideología imperial, tenía esos derroteros, de llevar a las élites hasta allá, sobre todo gente joven y educarlos o instruirlos en dicha mentalidad (Dan 1).
El asunto es que tenemos tres y no dos deportaciones como comúnmente se dice acerca de este momento de la historia del pueblo de la Biblia. La primera acontece debido a que el Rey Joaquín se subleva contra Babilonia en el 597 a.C., y Nabucodonosor II, rey de babilonia, ataca Jerusalén donde Joaquín muere, su hijo Jeconías le sucede y cuando termina el asedio, él, su corte y un contingente de la población son llevados a Babilonia, y aquí tenemos la primera deportación. Entre los deportados tal parece que iba el profeta Ezequiel, el cual comienza su ministerio profético en el quinto año de dicha deportación; en un primer momento él sugiere el afincarse en Babilonia, pero a la muerte de su esposa y al anuncio de la caída del imperio, se torna en mensajero de esperanza (Ez 33,1; 36,27-28).
Más adelante, el rey babilónico, nombra rey de Judá, pero vasallo suyo, a Sedecías (594 a.C.), el cual más adelante se reveló queriendo unirse a Egipto y las represalias se sintieron de inmediato: la ciudad fue cercada (589 a.C.), el resto del país desbastado y en el 587 a.C., cae la ciudad de Jerusalén y todas sus murallas con el primer templo, Sedecías emprende la huida pero es atrapado, le sacan los ojos y es llevado Babilonia con un segundo contingente de población, y se da la segunda deportación (2Rey 25,12). El profeta Jeremías, el cual interviene con los anteriores reyes, previene a Sedecías sobre que algo así podía pasar si seguía su juego político con los egipcios (Jer 32-38).
Godolías, príncipe de Judá, es puesto como gobernador (Jer 40,7), de quienes se quedaron en dichas tierras, las cuales fueron distribuidas por el general babilónico Nabuzardán, sobre todo entre la gente pobre, cuyas tierras eran de los que fueron deportados. Pero prontamente fue Godolías asesinado por un tal Ismael, de estirpe noble, capturó un grupo de rehenes, los cuales luego fueron liberados por un caudillo militar de nombre Juan, quien se dirigió a Egipto, llevándose al profeta Jeremías (Jer 42). Tras estos acontecimientos una nueva represalia babilónica, que dio lugar a otra deportación 582.a.C. A partir de esta tercera deportación vale tener en cuenta al profeta del consuelo o segundo Isaías (cap. 40-55), como se le conoce. El entra al escenario a partir del comienzo del declive de Babilonia y el posterior ascenso de los persas, el intuye lo que está pasando y pasará, de ahí el empeño para que los deportados retomen su identidad (Is 44,9-20), y recuerden la perspectiva mesiánica que le iba a devolver a Sion (Is 44.28).
En conclusión, tenemos entonces tres deportaciones del pueblo israelí: la primera en el 597 a.C., la segunda en el 587 a.C.(que es la más conocida y la que tipifica el exilio o destierro de Babilonia) y la tercera en el 582 a. C., (la menos conocida). Es interesante en estos tiempos de migración tener muy pendiente esta etapa de la historia de salvación, ya que nadie emigra por gusto en gran parte, sino la mayoría de las veces por alguna situación fuerte, vital y hasta cierto modo obligados por circunstancias sociales y políticas.