Santiago querido
Dando gracias a la vida de haber nacido en Santiago y lo que digo lo hago sin aires de despedida, porque es una sentida expresión de gratitud por vivir a plenitud en mi entrañable lugar que es mi cuna y es mi hogar un lar sin similitud.
La ciudad que fuera ayer es distinta a la que es hoy lo mismo que lo que soy (como bien se puede ver); aunque (pese al parecer) no ha cambiado en el fondo lo que me cala tan hondo y es un vínculo entrañable hechizo más que imborrable al que yo le correspondo.
Conocí todas sus calles sus contenes, sus aceras del Yaque ambas riberas y sus parques con detalles; también patios entrecalles donde fuimos tan felices: allí tengo mis raíces que datan de mis abuelos que me ligan a este suelo sin dolor ni cicatrices. Evocar el Monumento su mármol, sus escalones con mis cortos pantalones jugando en todo momento, y elevando contra el viento las chichiguas a lo alto sin temor ni sobresalto en esa gran explanada o en la pendiente empinada que en mis recuerdos exalto.
Fueron tantas las vivencias y la memoria ya falla aunque en un momento estalla ese caudal de experiencias, hoy que brillan las ausencias de alguno que otro amigo que de aquello fue testigo en mi Ciudad Corazón esa íntima emoción que siempre llevo conmigo.