Pedro Domínguez
Le llaman “Miss Universo”. Se elige la mujer más linda del planeta, mejor dicho, del Universo, aunque hasta ahora, de manera convincente, no hay damas extraterrestres participando. Ya en mi juventud los veía en el televisor, pero al final me percaté de que todos eran muy parecidos, por lo que opté por la indiferencia con el tema, salvo cuando recuerdo a nuestra Amelia Vega, una verdadera soberana que traspasa lo físico.
Casi todos los concursos de esta índole se guían por “Miss Universo”. Las aspirantes al trono son delgadas. (Una de mis tías se quejaba porque cuando ella era flaca gustaban las gorditas y ahora que es rechoncha están de moda las esqueléticas). Inician con un desfile, donde caminan como culebras, meneando muchísimo los brazos y las piernas, generalmente con una mueca en vez de sonrisa.
En las presentaciones, las doncellas afirman que hablan inglés y francés, que aman la lectura de autores que desconocen, que de ganar trabajarán incansablemente en favor de la niñez desvalida y de los ancianos desamparados, que están felices de participar junto a tantas chicas guapas. Y en la sección de preguntas algunas confunden a Buda con Judas y a Mandela con Mengele.
El evento termina de madrugada, cuando eligen la reina, la cual se tapa la boca con las dos manos en señal de asombro y llora de alegría ante la mirada a veces envidiosa de sus compañeras. Las redes sociales explotan, opinando como si todos fueran miembros del jurado.
Definir la belleza es complicado. Los criterios para establecer lo que es hermoso o feo son muy diversos. Depende de la cultura imperante. Por ejemplo, en China hubo una época donde una moza encantaba cuando tenía los pies pequeños; por ello, desde temprana edad, se les vendaban para que no crecieran. En pueblos originarios de América se admiraba a la mujer fuerte, áspera, con energía en el trabajo. En Mauritania alimentaban a las niñas con grasas para que fueran agraciadamente obesas.
En síntesis: no existe real definición de belleza en el ser humano. Para mí: “Belleza sin nobleza es fealdad; sin honestidad, tierra desolada. Sin talento, empalaga; sin gracia, derretido muñeco plástico; sin humanismo, corazón sin pulso. Belleza cosmética es humo disipado por simple brisa; la que se vende, efímera; la que se compra, nube pasajera; la que se expone, vanidad del infeliz. Solo perdura la invisible: habita en nuestras conciencias. Lo demás es disfraz”.
En Miss Universo escogen a la mujer más preciosa del mundo y más allá. ¡Qué osadía! ¿Qué parámetros toman en cuenta para decidir cuál es la dama más hermosa de las galaxias? Es apenas un negocio intrascendente en el bien.