El desarrollo del sexo en el varón puede ír a la par o no con el cambio o muda de la voz; las emisiones del líquidos espermático constituye el rasgo esencial de la pubertad masculina.
Los adolescente cuyos padres no han tomado la precaución de prevenirlos, pueden experimentar ante esos nuevos fenómenos que afectan su cuerpo, una inquietud que puede llegar a la angustia. Otros más o menos informados, pueden sentir a la espera de una transformación que tarda en producirse, una ansiedad alimentada por el sentimiento de que son diferentes a los demás, a los niños pequeños que le rodean y comparten con él sus inquietudes.
Los padres que atienden bien a sus hijos, que les inspiran bastante confianza como para hablar con ellos libremente de sus problemas, les ahorrarán de ese modo ciertas inquietudes a los adolescentes.
El niño que por intermedio de sus padres sabe que va a experimentar la transformación de niño a adolescente, aborda sin temor los problemas que se experimentan en esta etapa y la acepta con naturalidad.
Hay casos que ocurren en nuestra vida diaria en los cuales muchos padres mantienen en la ignorancia a los niños de lo que le va a suceder durante la etapa de la adolescencia, lo que es un verdadero error, ya que éstos deben prepararlos mentalmente para que reciban esta etapa de su desarrollo humano como algo normal que se va a experimentar en su desarrollo físico.
La preparación del niño para la pubertad debe empezar desde su más tierna edad, comprendiendo ante todo, la aceptación de su sexo por el varoncito o la niñita. La madre debe explicar a su hija que la molestia del flujo menstrual es necesaria para alcanzar su estado de mujer y permitirle un día llegar a ser madre.
El padre en cambio debe hacer comprender a su hijo que la emisión del líquido espermático hace de él un hombre, la voluptuosidad sólo será completa cuando sea compartida con la cónyuge.
La autoridad y el efecto de los padres destacando así el valor del amor normal, contribuyen mucho más para evitar las devastaciones del instinto sexual.
La pubertad provoca a veces en el joven impulsos sexuales irrefrenables pero que, no obstante, crean un sentimiento de culpabilidad aumentando por las prohibiciones morales.
El clima liberal del hogar puede atenuar esta ansiedad, de tal modo que el hijo encerrado en sí mismo por el pudor familiar experimenta un sentimiento más dramático de su pecado. En esta etapa el adolescente tiende a preocuparse por los problemas del hogar, los cuales pueden afectar sensiblemente su personalidad.
Durante esta etapa del desarrollo suelen ocurrir las satisfacciones solitarias del adolescente y también la atracción especial hacia camaradas del mismo sexo o del sexo opuesto. Las palabras, los gestos, los dibujos inspirados en interés sexual, las conversaciones más o menos picarescas o groseras son también manifestaciones de esta etapa del desarrollo humano.
Con frecuencia suelen ocurrir serios conflictos entre padres y adolescentes que tienen como base fundamental la falta de acercamiento del padre al nuevo ser que va experimentando transformaciones en su desarrollo físico y psicológico.
Estos conflictos de muy diversos aspectos y gravedad, pueden no obstante resumirse en dos formas dominantes: una oposición activa, dinámica, que se traduce en cóleras, en estallidos, en groserías, en pugilatos y una oposición pasiva que se expresa en enfados, enojos, una sorda hostilidad, el repliegue en sí mismo, en ensueño. Esta agresividad le ayuda al adolescente a diferenciarse de sus propios padres, pero en cambio cuando se vuelve puramente negativa y destructora, es que el niño no ha podido evolucionar con felicidad, ya sea a causa de dificultades particulares para adaptarse, ya sea que los padres no han sabido procurarle el clima propicio para la realización de una serie de actividades propias de la nueva etapa de su vida. Esta agresividad, desgraciadamente desviada, que estalla con motivo de la pubertad, tiene su origen en la primera y segunda infancia.
La falta de adaptación familiar puede repercutir de una manera bien señalada en la vida del adolescente escolar. El adolescente oscuramente atormentado por conflictos, no tiene interés por sus estudios o no acepta la disciplina del grupo que quiere imponer al maestro en la escuela. Es por consiguiente que surge así el fracaso del adolescente en sus estudios, lo que continuará a agravar en el futuro su formación cultural y profesional.
Se da el caso de que muchos adolescentes que han sufrido estos problemas, al pasar a la adultez, se quejan de sus progenitores por lo que consideran que son en esta otra etapa de la vida.
La conducta de los padres es de vital importancia y contribuye de una manera poderosa en los adolescentes. Los adolescentes que crecen en un ambiente de seguridad poseen confianza en sí mismos, son capaces de enfrentarse al presente o al porvenir sin las dudas y perplejidades que los atormentan.
En nuestro quehacer educativo podemos decir con bastante precisión que los adolescentes que más problemas crean en las escuelas y colegios son generalmente aquellos que provienen de hogares conturbados, llenos de problemas de índole económico, de carácter amoroso o de inconformidades sociales.
No vamos a permitir concluir nuestro trabajo diciendo que la vida del adolescente dependerá del esfuerzo que realicen sus padres para comprender sus problemas, los cuales nosotros también vivimos y debemos recordar y afirmar que son propios y normales en la etapa del desarrollo humano que la Psicología ha denominado como “La Adolescencia”.
Es de vital importancia que los padres comprendan todas las orientaciones que nos hemos permitido ofrecer en este trabajo para que en lo sucesivo no exijan a sus hijos cosas que no están en la debida capacidad de hacer, por no estar los mismos debidamente maduros en su desarrollo sexual, psicológico y social. Hay que entender también que vivimos en una sociedad en constante crisis, especialmente en el aspecto moral, donde no se respetan los más elementales principios que deben regir el desarrollo normal de la familia como ente fundamental de los distintos grupos sociales.