Isabel Valerio Lora, MSc.
″ La palabra “felicidad” perdería su significado si no estuviese equilibrada por la tristeza.″ Carl Gustav Jung.
Según Copeland, Keeler, Angold y Costello (2007), muchos niños y adolescentes experimentan al menos un evento potencialmente traumático antes de llegar a los 18 años.
El trastorno de estrés post traumático (TEPT) es un trastorno que se desarrolla luego de que una persona es expuesta a un evento traumático que “involucra una muerte real o amenaza de muerte, lesiones serias o amenaza a la integridad física propia o de otros” y que se caracteriza por una respuesta de “intenso miedo, impotencia o terror” (DSM V, 2013).
El trastorno involucra, después de la exposición a un evento traumático, la reviviscencia no deseada del trauma en diversas maneras, evitar persistentemente toda estimulación asociada con el trauma, así como una paralización general de la respuesta emocional. Estos síntomas deben presentarse por más de un mes y causar angustia o discapacidad (APA, 2000).
Los trastornos de estrés pueden aparecer después de que el niño presencie o experimente un suceso que ha amenazado su vida o su salud, o las de otras personas. Durante el suceso, habitualmente siente miedo intenso, desamparo u horror. Estos sucesos incluyen actos de violencia como el maltrato infantil, tiroteos en las escuelas, accidentes de tráfico, ataques de perros, lesiones (en especial quemaduras), incendios, guerras, desastres naturales (como huracanes, tornados o terremotos) y muertes.
Los niños no tienen que experimentar directamente el evento traumático. Pueden desarrollar un trastorno de estrés si son testigos de un evento traumático que ocurre a otros (incluso si lo observan a través de la exposición a los medios) o se enteran de que le sucedió a un familiar cercano. En los niños pequeños, la violencia doméstica es la causa más frecuente. No todos los niños que experimentan un suceso traumático desarrollan el trastorno.
El niño puede revivir el acontecimiento traumático mientras está despierto (escena retrospectiva o flash-back) o en sueños (pesadillas). Los niños pequeños pueden recrear el acontecimiento durante el juego. Es frecuente sentirse paralizado emocionalmente o separado del propio cuerpo. Perder el interés en actividades normales, aislarse y preocuparse por la muerte. Les cuesta controlar sus reacciones, puede presentar arranques de ira, tener dificultad para relajarse, para dormir o para concentrarse.
Si un mes después del trauma, su hijo presenta síntomas relacionados con el evento, busque ayuda psicológica.