Sumerge la cabeza en el agua y remueve con el pico el fondo arenoso, lo cierra y hace que el agua salga, quedando el alimento, (moluscos, crustáceos y algas), atrapado en unas laminillas en forma de peine que tienen en el borde del pico. Así se alimenta el flamenco.
El aporte visual que agrega esta ave a los ecosistemas genera un aumento de su valor de conservación y de su atractivo para general visitación de diversos niveles, observadores y fotógrafos de aves, científicos, y gente que busca tiempo de ocio con calidad, puede ayudar en el sostenimiento de las comunidades locales, mejoran de su calidad de vida.
En la República Dominicana tenemos diversos espacios donde el flamenco está presente, tanto en el sur suroeste, como en el noroeste.
Una condición hidrológica ayuda a la concentración de flamencos en las zonas donde emigró para usar lagunas interiores, es el brote al mar de corrientes de agua dulce subterránea. En Manzanillo tenemos, por ejemplo, la salida a superficie de las aguas del río Chacuey, que nace en las montañas de la provincia Dajabón. De ahí la presencia numerosa del flamenco en los manglares de Montecristi.
La población estimada de flamencos del Caribe oscila entre 150,000 a 200,000 y su estado es de preocupación menor de acuerdo a la UCIN.
Un aumento de los niveles del agua en las lagunas dificulta la capacidad del ave para alimentarse y provoca que abandone su hábitat. Otra amenaza es la captura para comercialización y venta que en nuestro país lleva la mayoría de ejemplares capturados, desde su hábitat natural a sitios turísticos para ser utilizados como mascotas .
Combatir la práctica de compra y captura requiere de programas de educación de las comunidades y de los compradores, además, aplicar el régimen de consecuencias con los contrabandistas. Parte de esas medidas se están implementando en ese momento.
Por sus colores, gracia de vuelo y vistosidad, El Flamenco del Caribe ofrece un incentivo especial para el turísmo interno y la sostenibilidad de las comunidades, al mismo tiempo que agrega valor de conservación y belleza a los espacios protegidos nacionales.
¡Todos estamos llamados a colaborar en este esfuerzo por la integridad de la casa común!
Muchos esfuerzos para buscar soluciones a las crisis ambientales suelen ser frustrados por la falta de interés de los demás. Las actitudes que obstruyen van de la negación del problema a la indiferencia, hasta la confianza ciega en las soluciones técnicas. Necesitamos una solidaridad nueva. «se necesitan los talentos y la implicación de todos para reparar el daño causado por el abuso humano a la naturaleza». (Laudato Si-14)
Juan Guzmán, el autor, es fotógrafo de naturaleza, gestor ambiental y Coordinador Regional de áreas protegidas del Ministerio de Medio Ambiente de la República Dominicana.