Los árabes que migraron
un día del Medio Oriente
a una tierra diferente
masivamente llegaron
y en Santiago se asentaron
como gentes de trabajo
empezando desde abajo
construyeron su fortuna
con la visión oportuna
que fue cultura que trajo
Vinieron con esperanza
al llamado Nuevo Mundo
y en este suelo fecundo
trabajaron sin tardanza
tras mostrador y balanza
o en su tienda con vitrina
ahorrando y con disciplina
levantaron su negocio
sin darle cabida al ocio
en laboriosa rutina.
Trajeron sus alimentos
costumbres y tradiciones
y con buenas relaciones
aquí echaron cimientos
raíces y fundamentos
con el paso de los años
olvidaron sus rebaños
las mezquitas y a Mahoma
hasta su ancestral idioma
y ya no fueron “extraños”
Por turcos los conocían
bajo el Imperio Otomano
que con implacable mano
sus tierras gobernarían
y de aquel yugo huirían
hacia lugares distantes
donde otros habitantes
les brindaron acogida
y empezaron nueva vida
con aportes importantes.
Hoy son parte de la historia
de todas nuestras naciones
y merecen ovaciones
por su fértil trayectoria
edificante y notoria
en toda la economía
que es más que gastronomía
su provechosa presencia
que es parte de nuestra esencia
y también la sangre mía.-
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