Hacerse profesional
es realmente meritorio
y logro más que notorio
en la vida personal,
incluso ¡sensacional!
que llena de regocijo
cuando vemos cada hijo
finalizar su carrera
como toda una lumbrera
de un hogar que Dios bendijo.
Llegar a universidad
es un recorrido largo
algunas veces amargo
con piedras de adversidad
y hasta de animosidad
porque hay de todo en la vida
desde un alma envilecida
que odia el éxito ajeno
o un corazón grande y bueno
como una alfombra extendida.
Ejercer la profesión
tras haberse titulado
por su cuenta o alquilado
también le mete presión
y algunos con obsesión
de la rápida riqueza
hasta pierden la cabeza,
el honor y la decencia
negando de su ascendencia
su legado de nobleza.
Gracias a Dios que los más
piensan de otra manera
y es la ética primera
el servir a los demás
que en su práctica además
siempre importa el ser humano
porque sabe que es su hermano
y que aquello que va viene
sin pensar lo que conviene
al dar sincera su mano.-