Un joven me pidió hablar. Pregunto: ¿cuánta responsabilidad debe tener uno por su padre? Normalmente los padres cuidan a los niños, pero a veces la vida escribe algo contrario. En su caso murió su mamá y el padre se sintió huérfano, cayó en depresión y comenzó a tomar alcohol. El hijo se puso en frente de la situación y cuidaba al padre. Gracias a Dios, resultó ser muy maduro, noble y capaz. Pesaba también de su propio futuro, de formar una familia y esta situación no le favorecía. Pero, ser noble y bondadoso es como sembrar buena semilla, siempre dará un fruto bueno. El final de esta historia terminó bien, papá dejó de beber, ayudando a su hijo a mantener la casa y disfrutando de sus nietos.
El mundo necesita gente que apoye a los huérfanos y necesitados, en este caso el hijo apoyó al padre. Sin personas capaces de sacrificar su vida por el otro, el mundo sería menos bueno y hubiera aún más huérfanos. Si hay alguna similitud de esta historia con la tuya, probablemente sea porque la bondad colorea la vida con colores similares. Pero recuerda, los ángeles apoyan a los huérfanos.
La historia de este joven y parecidas, que cada uno de nosotros conoce, muestran que, aunque la vida se llene de dificultades y peligros, también hay personas buenas que los ángeles inspiran como ejecutores de la Divina Providencia. Ellos brindan con gusto la ayuda necesaria, para llevar adelante nuestra vida. Una de las almas privilegiadas que gozó de similar gracia, teniendo las revelaciones de cómo cuidar a los pobres y huérfanos fue santa Brígida de Suecia, del siglo XIV. Un día se dio cuenta de que estaba rodeada de coros de ángeles y santos, que adoraban al Eterno Dios. En un momento, el Salvador se dirigió a la Santísima Virgen María, a los ángeles y a los santos, e incluso a los espíritus malignos, preguntando: ¿Qué merece la tierra?
Ella merece un castigo severo y el fuego eterno, respondieron los espíritus malignos en voz alta. Pero, la santa Madre María, los ángeles y los santos rogaron a Cristo misericordia, diciendo: ¿Acaso los pobres y necesitados que caen en los pecados graves, no pierden a Dios como Padre? ¿No se convierten en huérfanos espirituales? ¡Entonces necesitan aún más nuestro apoyo, amor y cuidado!
Teniendo a los ángeles y santos, debemos estar seguros de que siempre nos cuidan, inspiran y protegen, por la voluntad de nuestro Padre Dios. De ahí, nuestra devoción hacia ellos. Escuchando sus inspiraciones, las cosas siempre salen bien. Las fiestas patronales no son un simple ritual de renovación pastoral y gozo, sino que son intercesión, petición y agradecimiento por su ayuda.
Santos ángeles, apóyennos con sus oraciones para que nunca perdamos a Dios como nuestro Padre, nunca seamos huérfanos espirituales y podamos adorar junto a ustedes la Majestad de Dios en el Reino de los Cielos por toda la eternidad. Amén.