32. Ángeles de los afectados por un gran sufrimiento

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Yo lo experimente en las montañas siendo párroco, pero estoy convencido, que todos conocemos personas “de nuestro patio” o por lo menos hemos estudiamos en escuelas sobre las historias de hombres nobles, quienes viendo la miseria humana y teniendo un corazón tierno, sensible, gentil, humano, ayudaban a los necesitados, a veces a cambio de una traición.  Aun así, en este tipo de personas la bondad superaba la prueba. Tal vez se preguntan ¿de dónde sale tal reflejo, tal decisión?

La respuesta es: de la fe y de los principios humanos, ya que no solo lo hacen los que creen. Pues, todos tenemos el sagrado deber de cuidar lo bueno y lo bondadoso y ser tales personas.   Y este tipo de actuar es la llave para el Reino de los Cielos.

En la segunda estación del Vía Crucis meditamos sobre el árbol de la cruz, que Jesucristo lleva sobre sus hombros. También lo carga cada ser humano. ¡Incluso los niños pequeños lo cargan, sufriendo a veces de una manera muy dolorosa! La cruz de las experiencias dolorosas sería un verdadero azote y una maldición para el hombre, si no fuera el hecho, por el que Jesucristo, con su cruz, dio gran importancia al sufrimiento humano: lo convirtió en la llave del Reino de los Cielos, es decir:  lo convirtió en el medio, que conduce a la salvación eterna. Sin embargo, debemos recordar, que el Padre Celestial no es un Dios “vengador”, sino amor eterno.

Es un maestro y un sabio, lejos de multiplicar los castigos, sino que se esfuerza por limitarlos, detenerlos, minimizarlos tanto como sea posible. El sufrimiento no es obra del buen Dios Padre, de quien brota todo el bien; es obra del pecado, es el efecto, el fruto de la desgracia que sucedió al principio en el paraíso, y este fruto amargo es transformado en agente curativo ennoblecedor por la admirable Misericordia Divina (J. Guttion).

Para que el hombre pueda percibir este significado sobrenatural del sufrimiento y experimentarlo adecuadamente, necesita ayuda espiritual, que Dios le concede no sólo mediante la gracia divina, sino también a través de los Ángeles de la guarda. En muchos casos de sufrimiento muy intenso, la gente experimenta la presencia casi “tangible” de mensajeros celestiales, de una manera igual como le sucedió a Cristo en el Huerto de los Olivos. Y este es el secreto por el cual personas nobles, siendo traicionadas, siguen siendo nobles, superando la prueba.

Dios, sabiduría infinita. Tú, el fruto amargo del pecado, has puesto el sufrimiento a la disposición de todos, como la llave del Reino de los Cielos.  Envía a los Ángeles para que nos ayuden con su presencia e iluminación a llevar nuestra cruz diaria y así alcanzar la Eternidad. Amén.