Homo Ciberneticus

E ste hombre seco y fuerte hijo de Tecnocracia ultrapotente, exacto

lubrica bien sus gracias con lágrimas de aceite.

Todo rige el programa inscrito en su cerebro: Temperatura, higiene secreciones… y cama.

Pupilas de cobalto

con aleación magnética de muy puros protones y de alma cibernétrica.

No da lugar a errores

ni a imprecisión, ni a olvido, pero últimamente

nos trae respiro:

El chequeo es correcto la corriente responde… pero a saber por donde se le escapó un suspiro.

Minotauro

B raman las guitarras

en loca estampida

toro en embestida

el sintetizador soles infernales

agitan violentos bestiales rugidos

de la percusión Frenéticos hilos

acuden al punto que marca con fuego

estricto compás:

Vuelan las caderas

el busto revienta prendas femeniles

centellas que van Decreciendo en fuerza

el minotauro herido música celeste

introduce el moog:

Un Cristo en el pecho

exibe la cantante.

Mininombre desnudo

recrudece el rock.

Burro para un turista

N o eres corcel de Atila ni apuesto cabeza de cuadriga ni purasangre árabe

ni Pegaso que da coces por los aires.

No te espolea el fuego de apocalíptica montura ni es tuya la ventura

de cargar a Alejandro o a Bolívar (No has probado el acíbar amargo de la guerra)

Torpe sobre la tierra

derramas tu mirada por el suelo.

No eres más que un jumento en cuya crin cortada

se ha derretido el tiempo y muere el pavimento bajo un sol de agosto

a medio día.

Dormita la sangre sobre tu vieja frente en las cayenas rojas

que te engalanan tristemente

Y pareces no ver –por entre tus pestañas–

la esmeralda del mar y el cielo tan azul a tus espaldas.

Ni escuchas el silbato sonar enronquecido Ni ves aquel gran barco

que era solo una sombra.

Y te miran mil ojos que han nacido del mar: Vienen a descansar de un mundo ya cansado a broncear la piel en este paraíso

que han soñado.

Y tú serás el trono

de emperadores instantáneos que eterniza un flash

mientras se te descuelga el labio.

Y no disfrutarás el nórdico trofeo

–orondo y pálido–

que no habrá de olvidar

el punto más crucial del perigeo.

Prodigio

L arga parsimonia. Se sienta orondo el sabio alquimista de la era espacial.

Altos microscopios. Y el gran casco mondo la ciencia genética conoce hasta el fondo

y ha estudiado fósiles de época glacial. Al momento invaden el laboratorio eurekas y vivas: «Vengan todos, ¡pronto! y anuncien al mundo la nueva feliz,

prodigioso hallazgo en nuestro repertorio: Hemos obtenido de un animal tonto,

un mono-probeta que sabe reír».

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