Eucaristía y Familia 

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La familia es un proyecto de alianza entre un hombre y una mujer. Se asemejan en esta parte la entrega del Señor en la Eucaristía y la entrega del hombre y la mujer en el matrimonio.

Hablemos primeramente de la Eucaristía. El fundamento bíblico de este sacramento, en el evangelio de San Juan hay bastante testimonio del mismo, donde Jesús llega precisamente a definirse como el pan de la vida y que hay que comerle para llegar a esa unión íntima con él y poder tener parte en la su vida eterna; y ya los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, junto al testimonio de Pablo en sus cartas, aseveran el hecho de su creación y realización en la última cena de Jesús antes de ir a la cruz, y de la reafirmación de lo dicho en Juan de que él es y está precisamente en la especie de pan y vino consagrada. 

Aunque es un misterio de fe, es una realidad que vivimos cada domingo en la Iglesia y diariamente, si nos es posible, es Cristo en persona que se da en la transformación del pan en su cuerpo y del vino en su sangre, no es un invento de la Iglesia, es como  dice el Apóstol  Pablo, una tradición que hemos recibido de un acontecimiento real en la persona de Cristo: “Porque yo recibí del Señor lo mismo que les he enseñado: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que es para ustedes; hagan esto en memoria de mí. De la misma manera tomó también la copa después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto cuantas veces la beban en memoria de mí. Porque todas las veces que coman este pan y beban esta copa, la muerte del Señor proclaman hasta que Él venga”. (1Cor 11,23-26).

El magisterio de la Iglesia es bastante amplio en la enseñanza de lo que es este sacramento de vida eterna, los Papas y los Obispos en sus Iglesias locales, a lo largo de los siglos y años de la Iglesia, han ido testificando el incentivo a la valoración y amor a la Eucaristía.

También entre los fieles de la Iglesia han surgido movimientos y grupos apostólicos que buscan fomentar la adoración al Santísimo Sacramento y contribuir con la Iglesia en la propagación y aprecio del sacramento de la Eucaristía, así también lo ha hecho la acción pastoral de la Iglesia, cuyo accionar apunta hacia la unidad íntima del hombre con Cristo, y qué mejor ejemplo que el dado a través de la recepción de su cuerpo.

En fin, la Eucaristía como acción, celebración fundamental de la Iglesia, nos evoca a la resurrección, a la vida futura. El texto de Lucas 24,13-35, conocido como el texto de los discípulos de Emaús, es uno de los más claros ejemplo de la relación de la Eucaristía con la resurrección, ya que nos dice que el Resucitado está al lado de Dios, se ha ido, pero se ha quedado, misteriosamente, en el pan eucarístico y que es uno de los lugares para reconocerle y encontrarnos con él.

Por eso, cuán sublime es este sacramento para el creyente de siempre. Me atrevería a decir, que todo lo que hacemos los cristianos católicos y todos aquellos que creen en Cristo y viven este sacramento, entienden que todo su ser y quehacer cristiano a lo largo del día o de la semana tiene su fuente y llegada en la Eucaristía, pues ella es acción de gracias ante Dios por todo lo que hacemos y es fuente de vida de donde sale todo el caudal espiritual que nos nutre y nos mantiene en este mundo siendo testigos de Cristo.

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