Jesús nos revela el final de todo

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Manuel Maza, S.J.

mmaza@belenjesuit.org

En ocasiones, Jesús y las primeras comunidades parecían predecir el futuro. Esta manera de hablar se llama “apocalíptica”.  Apocalipsis significa en griego, “revelación”.  Así, el Evangelio de hoy, Lucas 21, 5 – 19 revela el fin del mundo usando expresiones empleadas por otros profetas: “se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo”.

   Lo importante es el consejo de Jesús a sus discípulos, en medio de grandes cataclismos: guarden la serenidad.  

Jesús nos revela el final de la historia para fortalecernos. Esos sistemas que parecen inmutables se van a derrumbar. Del templo, “no quedará piedra sobre piedra”. Jesús nos alienta: aunque padezcan contradicciones hasta de sus familiares, Dios no los olvida. El profeta Malaquías lo anunció: a los justos, “los iluminará un sol de justicia”.

   No les hagan caso a los falsos mesías, “porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: –Yo soy–, o bien: –El momento está cerca–; no vayan tras ellos”.

   No se desesperen “el final no vendrá en seguida”.

   Pronto “les echarán mano, los perseguirán, entregándolos a… la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendrán ocasión de dar testimonio”.

Las palabras de Jesús no pretenden satisfacer nuestra curiosidad sobre el fin del mundo, sino fortalecernos para que demos testimonio valientemente en medio de un mundo que endiosa el placer, las riquezas, la corrupción, el poder militar, y el egoísmo irresponsable. Ser honesto en medio de una sociedad tramposa, es empezar a vivir el fin del mundo.

Se acaba el año. Nos llaman a dar un testimonio humilde y atrevido. Ya sabemos el final de todo. Jesús nos exhorta: “sean perseverantes y se salvarán”.

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