Vamos a celebrar a nuestra Protectora la Virgen de la Altagracia

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En este 15 de agosto del 2022 tendremos la celebración de los 100 años de la coronación  de la Virgen de Nuestra Se­ñora de la Altagracia como protectora del pue­blo dominicano. 

En 1922, Mons. Ale­jandro Nouel, Arzobispo  de entonces, hizo la rea­lización de esa celebra­ción. Consagró al pueblo dominicano a dicha de­voción y veneración.

Este acontecimiento no debe pasarse por alto, por ello desde hace un año la Iglesia ha estado celebrando un Año Jubi­lar Altagraciano, y en este mismo mes, con esta celebración lo clau­sura.

Se ha dado todo un derroche de celebracio­nes en torno a la Virgen de la Altagracia en este año, su imagen ha peregrinado por todos los rincones del país. Se ha profundizado en su figura, aunque pudo haberse hecho más, pero eso vendrá, ya que esta celebración se muestra como un incentivo para conocer más y profundizar en las raíces de nuestra fe a través de nuestra devoción altagraciana. 

El pueblo dominica­no es un pueblo de fe, en su vivencias católicas es­tá traspasado por la ve­neración a la Virgen Ma­ría, bajo esta advocación de la Altagracia.

El origen de la misma está unido a la religiosidad popular, donde lo mítico y lo místico se en­tremezclan; lo mítico en lo relativo a las narracio­nes que se cuentan en torno al origen de la de­voción a la Virgen de la Altagracia, que va desde la historia de la niña que pidió a su padre una imagen de la Virgen hasta el naranjo de Higüey; y lo místico, que es lo relativo a la vivencia de fe de los hermanos Trejo, que pasa por Hoyoncito de Hato Mayor del Rey, hasta llegar al Santuario de Higüey, extendido mediante una espiritualidad que se ha hecho presente en todo el país y más allá.

Son muchos los signos del reino que se han hecho posibles y visibles por la fe en el poder de Dios por medio de la intercesión de la Virgen. Las promesas que hace nuestra gente, las cuales piden desde sus casas, lugares y situaciones, y luego van a cumplir diligentemente al Santuario de Higüey lo atestiguan.

No son contratos en­tre nosotros y Dios, son peticiones, oraciones al Creador, sobre todo cuando no hay medios humanos en ciertas circunstancias de nuestra vida y solo nos queda la fe, no como un escape o refugio, sino como acto que expone nuestra rela­ción íntima y de adhesión a Dios y a su voluntad. 

La Virgen de la Alta­gracia, ha estado siempre presente en nuestra historia como nación, en muchos momentos en que la estabilidad y la paz social del pueblo ha estado pendiente de un hilo, las súplicas del pueblo por medio de ella se ha hecho sentir. Hay incluso gente que no tie­ne una fe práctica y asi­dua, ni ninguna vivencia de comunidad e incluso compromiso concreto de fe, sin embargo, por par­te de ellos hay una actitud de respeto, venera­ción y fe un tanto inma­dura y natural  hacia Dios, que proviene pri­mero de la fe en la Vir­gen.

Es algo que tenemos y debemos de ayudar a madurar y crecer, y se nos presenta como un camino que debemos aprovechar para llegar a la adultez de la fe en Jesús el Hijo de María, Virgen de la Altagracia.

Damos gracias al Señor por esta celebra­ción y por los frutos co­sechados mediante esta devoción a lo largo de este siglo, y le pedimos que ella nos siga protegiendo e intercediendo por este pueblo y por todos nosotros ante su Hijo.

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