Cuando nos asignan una importante tarea, uno se prepara, buscando un punto de partida, analizando todo detenidamente. ¿Y qué es la misión?  En un lenguaje popular, es anunciar la Buena Nueva del reino de Dios a los que no conocen a Cristo. Este anuncio podemos realizarlo con la palabra o con el testimonio.  No obstante, no cabe duda que la forma más eficaz de evangelizar era y es el testimonio. Es una forma eficaz, poderosa, como también peligrosa si el testimonio es malo.  

Hoy nuestro mayor anhelo deben ser los jóvenes, futuro y esperanza de la Iglesia. Ellos son muy sensibles al testimonio, por eso este escrito dedico a ellos. Si nos fijamos en el testimonio de Judas y lo que sucedió cuando se dio cuenta de su traición a Jesús, termino saliendo de grupo de los apóstoles y se ahorcó. Por eso si tenemos que anunciar el reino de Dios, debemos buscar la inspiración de los mejores. Las noticias, especialmente sobre los abusos en la Iglesia es un testimonio negativo. Es así, porque los humanos nunca seremos fieles y llenos de testimonio por completo, es imposible. Y quienes piensan lo contrario están muy equivocados y eso se llama puritanismo.

Santa Teresa del Niño Jesús, patrona de las misiones, se dio cuenta de su misión al final de la vida, pasando por un proceso de purificación y sacrificio. Gracias a su amor, Teresa pudo dar una dimensión apostólica a sus sufrimientos. La verdadera pasión apostólica de Teresa se puede resumir en las palabras: amar y sufrir por Jesús, para poder cooperar en la salvación del mundo. Así evangelizó desde el Carmelo. También los ángeles, experimentaron una situación de sufrimiento y traición, por el mal testimonio de su jefe Lucifer.

Pero los ángeles en su esencia son un instrumento de la Providencia. Ellos no son custodios indiferentes ya que todo lo que hacen es fruto de su propia caridad hacia nosotros. Siendo habitantes del cielo, quieren lo que Dios quiere, nuestra salvación. Quieren que los seres humanos se santifiquen. Están, por amor, al servicio de los seres humanos para guiarlos por el camino que los lleva a Dios. Los ángeles tienen una doble mediación, es decir, una mediación ascendente y una descendente. Por un lado, nos traen y transmiten la ternura de Dios, y por otro lado, nos hacen subir a Dios en la oración e interceden por nosotros. Por eso, la Biblia dice que ofrecen incienso a Dios, ya que el incienso es el símbolo de la oración que sube a Dios.

Hoy, cuando la Iglesia presenta tantas dificultades y tribulaciones, los ángeles pueden inspirarnos con buenos pensamientos y resoluciones, y con san Miguel dicen: Quien como Dios. Alaben a Dios, junto con María, en la oración. Todas estas acciones pertenecen a la Providencia, que se concreta a través de ellas. Lamentablemente en algunas ocasiones hay entre nosotros conceptos erróneos sobre los ángeles y la forma de misionar. 

A veces en la misión podemos estar más preocupados por cosas pasajeras y nos autoalimentamos de una manera falsa de que estamos bien. ¿Si estamos bien dónde están los jóvenes? Si estamos bien ¿Cuántas bodas hubo en este año en tu parroquia? Si estamos bien, ¿Cómo funciona tu sector en cuanto a la catequesis, etc.? Es fruto de una especie de infantilización, tanto en nuestra misión, como en la relación con el ángel de la guarda, haciendo cumplir todos nuestros deseos y no de Dios. Pero nuestros ángeles y nosotros debemos cumplir los deseos de Dios para nosotros. Eso significa que hay que pensar en el mundo y especialmente en los ángeles según los grandes misterios del cristianismo, no según la propia imaginación o proyecciones.

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