El camino sinodal de la Iglesia dominicana

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El tema de la sinodalidad campea por todos lados, dentro de la órbita eclesial en el mundo entero. Entre nosotros también han comenzado a escucharse voces, encuentros, escritos y reflexiones en cuanto al tema en cuestión. Pero lo interesante es que al adentrarnos al tema vemos que mucho de lo que se pretende ha sido camino andado entre nosotros, pues sinoda­lidad significa: caminar juntos, hacer camino juntos, y esto es algo que tanto a fina­-les del siglo pasado, como al principio de este, como Igle­sia, hemos hecho.

Dos acontecimientos han marcado lo que podríamos bien señalar como parte del camino sinodal de la Iglesia en la República Dominicana. Uno es el I Concilio Plenario Dominicano y el otro es el Plan Nacional de Pastoral. Dos realizaciones de nuestra Iglesia por las cuales, desde hace buen tiempo, vamos caminando juntos en cuanto a lo que rige y manda jurídi­camente, y en cuanto a lo que se quiere y se hace pastoralmente.

En el 1985 la Conferencia Episcopal Dominicana, con la autorización de la Santa Sede, convocó al I Concilio Plenario Dominicano. Este requirió de una larga prepa­ración en base a consultas, reuniones, búsqueda de in­formaciones, documentos preliminares y de trabajo, etc., realizándose la primera sesión en 1990 y luego, en cinco restantes, siendo reco­nocidas sus conclusiones por la Congregación de los Obispos en el 1999 y publicado el documento final en el año 2000. Este es un compendio en donde participaron todas las Iglesias particulares del país hasta ese momento, representadas por sus Obis­pos y representantes de las mismas, hasta llegar a un consenso de lo que debe y cómo tiene que ser el quehacer de la Iglesia Católica a lo largo y ancho de todo el país.

Líneas y ordenanzas en la vertiente canónica que guían la vida de la comunidad cre­yente, que camina junta en la República Dominicana, ha­ciendo ver esa sinodalidad implícita que ya se vivía, pero que ahora se junta y se formaliza.

Sobre el Plan Nacional de Pastoral, hoy día es la tercera experiencia en esta materia que vive nuestra Iglesia.

Posterior al actual tercer plan, hubo dos anteriores: el primero de 1982 a 1992, en preparación a la celebración del Quinto Centenario de la Evangelización entre noso­tros, y el segundo, de 1993 al 2000 en búsqueda de aplicar las conclusiones de la Cuarta Conferencia del Episcopado Latinoamericano en nuestro país, que lleva como nombre “Santo Domingo”.

Actualmente, a partir del 2006, estamos asistiendo al III Plan Nacional de Pasto­ral. Es a 30 años, en tres etapas de 10 años. Apenas estamos en la segunda, pero lo importante es que es una iniciativa pastoral en la que está inmersa toda la Iglesia domi­nicana, en la cual cada diócesis, a partir de su particularidad, asume un esfuerzo para que todos pastoralmente ca­minemos juntos, sinodalidad, hacia la consecución del ideal cristiano que es el Reino de Dios.

Tal vez hemos sido tímidos en dar a conocer al mun­do nuestro avance sinodal, y otras realidades novedosas de nuestra pastoral, tal vez por ser un pueblo pequeño o por nuestra mentalidad y contexto de isla.

Sistematizar y dar a conocer de forma universal lo que como comunidad eclesial he­mos conseguido es un trabajo por hacerse, porque mu­cho de lo que vivimos como Iglesia en la República Do­minicana lo debemos compartir, no para orgullo y gloria nuestra, sino como señal de que el Espíritu de Dios actúa en nosotros, de que va­mos siendo desde ya receptivos a lo que él nos pide y le pide a la Iglesia, y hoy en boca de Francisco nos invita a hacer una Iglesia sinodal, a caminar juntos en esta sino­dalidad a la que estamos todos convocados.

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