Palabras de su hija Yolanda en el novenario del señor Rafael Delgado:
Más allá de la tristeza, nuestros corazones están llenos de buenos recuerdos y gratitud por lo que significó Rafael en la vida de quienes tuvimos la dicha deconocerle.
Nació en Jarabacoa. El 5to. de10 hermanos, procreados por Marcelo Delgado y Fidelina Quezada. Creció en el seno de una familia católica, por lo que recibió sus sacramentos a temprana edad.
Cursó la carrera de agronomía en la Escuela Agrícola Salesiana de Moca. Realizó curso de especialidad en la universidad de Cornell en Estados Unidos.
Contrajo matrimonio con Yolanda Tiburcio, con quien procreó cuatro hijos: Rafael, Annerys, José Ricardo y Yolanda Josefina, a quienes inculcó valores familiares y cristianos, predicando siempre con el ejemplo y siendo guía, tanto en lo espiritual como en lo personal y profesional.
Gran parte de su vida laboró para la empresa Fersan. Pero más importante que su vida profesional, fue su trayectoria como persona y como cristiano: fue un hombre de principios, de fé, justo, generoso, íntegro, pacífico, paciente y comprensivo. Como hombre de Iglesia recibió el ministerio de Presidente de Asamblea del primer grupo de tres, de manos de Monseñor Adames, en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, Los Jardines Metropolitanos, Santiago, donde sirvió sobre todo en el consejo parroquial.
Luego pasó a servir en la Parroquia Corpus Christi, de La Rosaleda. Creyente, practicante y cursillista siempre activo; mostrando su preferencia siempre por los más necesitados.
Una larga enfermedad puso fin a su fructífera vida, durante la cual siempre mantuvo viva su fe a través de los sacramentos que lo mantenían fuerte ante el dolor. El pasado 9 de noviembre fué llamado a la Casa del Padre.
Quienes tuvimos el privilegio de quererlo, respetarlo, admirarlo y compartir con él, estamos seguros que su existencia no ha terminado ni se ha extinguido con su partida, por el contrario, sabemos por fé que esa llama encendida que deja en nuestros corazones y el legado que deja a su esposa, hijos y nietos, trascenderá, mientras llega ese momento en que nos reunamos de nuevo en la eternidad.