La Encíclica de Francisco “Fratelli Tutti”, sobre la “Fraternidad y la amistad social”, nos anima a seguir reflexionando y fortaleciendo nuestra lucha por la dignidad siendo fieles a la herencia que esta tierra nos dejó de los corazones valientes de la primera Comunidad Dominica que no tuvo miedo a proclamar la verdad y denunciar las injusticias.
Fr. Antón de Montesinos, flechado del amor de Dios, no entendía cómo aquellos intrépidos navegantes, que duraron varias semanas en cruzar el océano, querían dar buenas noticias de un Dios si ellos sólo tenían en sus ojos el color del oro. Esas palabras, que entonces se oyeron bajitas porque no había bocinas ni tampoco medios de comunicación, se han hecho “virales”, de rabiosa actualidad 510 años después: «Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbres aquestos indios? ¿Con qué auctoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muerte y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos de sus enfermedades, de que los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir, lo matáis, por sacar y adquirir oro cada día? Y, ¿qué cuidado tenéis de quien los doctrine y cognozcan a su Dios y criador, sean baptizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? ¿Estos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgicamente dormidos?» .
Estas meditadas palabras, fruto de la reflexión de la Comunidad en el estudio y la oración, toman vida con la sangrante realidad que viven los preferidos de Jesús a lo largo de nuestro mundo herido y gobernado por el mercado. Somos gobernados por una estructura de pecado que es compartida y venerada no sólo por el neoliberalismo económico sino también por regímenes totalitarios como el comunismo que privilegian todo menos la dignidad de la persona.
Quienes defienden la libertad se olvidan de la igualdad y quienes apoyan la igualdad restringen la libertad. Por esta razón debemos soñar con la fraternidad que nos recuerda nuestra filiación divina. Francisco nos ilumina: “Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad. Entre todos: «He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente. Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos! Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos” (FT 5).
El mercado no es algo abstracto, tiene nombres concretos. En la región oriental de nuestro país se llama Central Romana y Grupo Vicini que, desde hace más de 100 años, manejan los hilos de la vida política y social. Pero no sólo eso, además de esclavizar a quienes no consideran hombres, violan dignidad de los dominicanos pues saben que la Justicia está siempre de su lado. El día 9 de julio el CR tumbó violentamente decenas de viviendas en Santa Cruz de El Seibo a familias que, en este tiempo de pandemia, se les hace imposible pagar los 2.500 pesos por el alquiler de la casa. Pero he aquí que, de nuevo las familias están levantando su casa donde sufrieron la barbarie con el gran temor de que los guardias campestres vuelvan a cualquier hora a destruirles lo que están construyendo con tanto esfuerzo. Pues, como dice el refrán popular, “el diablo nunca duerme” y el CR que, además de no dormir, es el mismo diablo pues encarna en sí todo lo que no es humano ni divino.
El término diablo viene del griego que significa división y eso es precisamente lo que ha hecho esta impune empresa: dividir a la sociedad, crear grietas de fraternidad e ir en contra de la voluntad de Dios. Por esta razón las familias permanecen en vigilancia pues en cualquier momento, incluso sin importar hora de la noche, pueden aparecer los tractores del CR acompañados de los guardias campestres fuertemente armados a destruir todo sin orden del Abogado del Estado y sin que la Policía Nacional les proteja. Ah!, después de una rigurosa investigación se ha concluido que el CR no tiene título de esos terrenos. Pero, ¿quién le pone el cascabel al diablo?
No podemos quedarnos con los brazos cruzados pues nos convertimos en cómplices de ese azúcar manchado con el sudor amargo de la esclavitud y la sangre, “soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos” (FT 6).
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