Se han llevado al Señor

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La Iglesia nos anuncia la resurrección de Jesús con el pasaje Juan 20, 1 al 9. María Magdalena va al sepulcro, y viendo la losa quitada y la ausencia del cadáver, corre a decirle a Simón Pedro y al otro discípulo: ¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto!

La resurrección no era algo que estuvieran esperando, ni los discípulos, ni los amigos de Jesús. La amistad de María no se detiene ante la tumba sin losa, ni se desanima por que falte el cuerpo de Jesús, pero todavía en ese momento, su fe se dirige a un cadáver que alguien se llevó

Para muchos cristianos, Jesús es un muerto enterrado en el pasado. Les falta descubrir, como le sucedió a María Magdalena, que Jesús no es nuestro muerto más ilustre, sino el Señor. En Él se realiza el designio de salvación de Dios, tema central de las Escrituras. La Iglesia no le celebró 9 días a Jesús. La Iglesia no es la viuda de un muerto, sino la esposa del Viviente.

El día que creamos como “el otro discípulo,” que Dios actuó a favor de Jesús crucificado, resucitándolo de entre los muertos, cruzaremos hacia otra dimensión. Si alguien nos trajera una matica rara de la estrella Antares, no rom­pería tanto nuestros esquemas, como el anuncio de que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos.

Resucitando a Jesús de entre los muertos, Dios confirmó esa vida en la cual “pasó haciendo el bien”. Esa vez, la maldad y la violencia humana fueron derrotadas y los que le descalificaron, ahora están descalificados. Maldad y muerte han sido vencidas para siempre.

No diga que usted es creyente, pregúntese si usted cree, que desde Jesús para acá,  muerte y maldad están desahuciadas.

 

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