Apreciar la vitalidad como una bendición

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Hay días en que nos sentimos estresados por cualquier condición y nos ponemos en manos de Dios para pedirle energía y vitalidad para afrontar los retos dia­rios.

La confianza es esencial para establecer una relación con amor. No puedes amar a una persona plenamente a me­nos que confíes en ella y esto aplica para nuestra propia autoestima.

Un cuerpo deprimido no tiene energía vital. Esta carencia de energía se debe, sobre todo, a la reducción del metabolismo provocada por la falta de oxígeno.

La energía débil puede verse:

 

  1. A nivel corporal: los ojos carecen de bri­llo, la piel adopta un color blanquecino, el movimiento se reduce al mínimo.
  2. En la actitud: no apetece levantarse de la cama, hay desinterés o desilusión por las acti­vidades que antes gustaban, no hay ganas de socializar, entre otras.

Si has estado depri­mido alguna vez o co­noces a alguien que lo esté, sabrás que es muy difícil devolver el inte­rés a una persona de­pri­mida, incluso por las cosas que antes le gus­taban.

Ante esto, tienes dos opciones:

  1. Puedes obligarte conscientemente a ha­cer actividades.
  2. Puedes trabajar este aspecto con el cuerpo para que la recupe­ración energética suceda de forma natural.

Otro mecanismo para conectarte con el mo­mento presente y alejarte de tus preocupaciones es conectar con tu respiración. Al centrar tu atención en la respiración, lograrás conectarte con tu impulso vital, carga­rás el cuerpo de energía y te será más fácil apreciar tu realidad presente.

Para poder aprove­char todos sus beneficios, te recomiendo que practiques la respira­ción yóguica o bio­energética. Estos son los pasos:

  1. Inhala en la base de tu abdomen.
  2. Continúa pasando el aire por el pecho.
  3. Termina la inhala­ción en tu garganta.
  4. Exhala a la inversa. Suelta el aire por la garganta.
  5. Destensa el pecho.
  6. Deja ir el aire que hay en el abdomen.

Es fundamental que vivas tus emociones sin reprimirlas. Porque su­cede cuando llevamos mucho tiempo escon­diendo nuestro dolor in­terno (tristeza miedo, rabia) a corto plazo es más fácil hacer ver a los demás que no están ahí y esconderlos. Sin embargo, al re­primir esas emociones, a largo plazo las consecuencias para tu salud mental y física pueden ser gra­ves. Dios te concede bendiciones en cada día como en Sabiduria 8:7-9 :

¿Amas la justicia? El fruto de sus esfuerzos son las virtudes, porque ella enseña la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza, y nada es más útil que esto para los hombres en la vida.

¿Deseas tener mucha experiencia? Ella cono­ce el pasado y puede prever el porvenir, in­terpreta las máximas y descifra los enigmas, conoce de antemano las señales y los prodigios, la sucesión de las épo­cas y de los tiempos.

Yo decidí tomarla por compañera de mi vida, sabiendo que ella sería mi consejera para el bien y mi aliento en las preocupaciones y la tristeza.

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