Queridos hermanos y hermanas.
Una vez más nos congregamos para dar gracias, y en esta ocasión, por los 112 años de fundación de nuestro pueblo de Gaspar Hernández, que tuvo un inicio humilde y pequeño.
Su fundación data del día 5 de abril de 1907, en las inmediaciones de este lugar llamado entonces Canto La Ermita.
Con el paso de los años, la población se extendió hasta la ribera del Río Joba, pero a lo largo de los años ha crecido y se ha fortalecido.
Para refrescar un poco la memoria geográfica permítanme recordar sus límites: Gaspar Hernández tiene como límites al Norte, Océano Atlántico, al Sur, la provincia Hermanas Mirabal, al Este, la provincia María Trinidad Sánchez, y al Oeste, Jamao al Norte, José Contreras y Puerto Plata.
Nuestro municipio, según el censo de 2012, tiene una superficie de 366.2 KM2 y una población de 57, 302 habitantes. Se denomina así en honor al sacerdote peruano Gaspar Hernández, quien fue un fiel colaborador de Juan Pablo Duarte. El religioso se destacó en la lucha por la separación de Haití.
Tratemos de conectar la liturgia de la Palabra de hoy con el acontecimiento del recuerdo de los inicios de nuestro pueblo.
Se acercan los días de la Pasión del Señor, en dos semanas celebraremos el Viernes Santo, la muerte del Señor. Gesto de amor inmenso en el que Jesús da la vida por nosotros, cumpliendo la voluntad del Padre, bajando a los infiernos del dolor físico y psicológico del abandono, la burla y la traición.
Para llenar de sentido esos sinsentidos humanos y para que, cuando nosotros los vivamos, podamos encontrarnos con Jesús en nuestras heridas. La redención consiste en que no hay experiencia humana que Jesús-hombre y Dios- no haya vivido y, por lo tanto, no sea susceptible de cristificarse, de llenarse de Cristo.
En cualquier experiencia humana, puedes encontrarte con Jesús, porque Él te acompaña, te ayuda a vivirla, está ahí contigo. En la alegría, en el gozo, en la paz, en la belleza, en la armonía…, te encuentras con el Señor. Pero también en la enfermedad, en la tristeza, en la soledad, en la burla, en el fracaso, en el abandono…, porque Él los vivió y los llenó de su presencia para siempre. Nada escapa a la presencia de Cristo, nada hay que puedas vivir ajeno a Él.
Jesús, ayúdame a buscarte en los momentos más oscuros de mi existencia. No permitas que los viva solo, sin Ti, porque tu entrega no fue en vano, tu Pasión conforta las mías, tu amor por mí llega hasta lo más hondo y duro de mi existencia. Por eso, quiero acompañarte en tu Pasión, para darte gracias, para agradecer tu amor por mí. ¿Qué puedo hacer por ti?
El año pasado, justamente en este mismo escenario, recordábamos tres palabras o conceptos que ayudarían al desarrollo, y sano vivir, de nuestro pueblo: Autoridad, educación y orden, y ciertamente tres conceptos que todos los munícipes deberíamos apropiarnos para avanzar y desarrollar nuestra comunidad. Gozamos de un atractivo innato de nuestras tierras, mares y montañas que no hemos sabido aprovechar. Más aún obviamos o contribuimos para su contaminación o su destrucción. Por ejemplo, podemos decir que nuestro pueblo nació aquí, pero años más tarde se movió a las riberas del río Joba. Este afluente hoy languidece a la vista de todos. Y peor aún, seguimos indife-rentes, ya que su contaminación continúa. Solo basta echar una miradita “cruzando el puente a pié”. También, afecta a nuestro buen amigo “Río Joba”, el descalabro, abuso y criminal atentado al medio ambiente, sobre todo la deforestación de la cuenca del Río.
Nuestro pueblo ha crecido de forma geográfica y demográfica, pero… ¿y nosotros…? ¿Hemos crecido en ideales? ¿Estamos involucrados en la búsqueda del bien común? ¿Amamos estas tierras como para defenderlas? ¿Nuestro pueblo es una parcela particular de un grupo, sector o partido? Y en cuanto a las autoridades provinciales, ¿sólo significamos algo cada tres o cuatro años?
No, no puede ser. Pienso que podemos ser más que eso. De vez en cuando volver a nuestros orígenes, para despertar y enamorarnos nuevamente. Tenemos mucho por hacer, pero tenemos que empoderarnos, tenemos que alimentar nuestra conciencia social, enfrentar el pecado estructural que permea y contamina nuestras instituciones.
Para finalizar, les recuerdo aquella palabra del poeta: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. Pero hoy, después de 112 años de historia tenemos necesariamente que parafrasear esta idea cambiando algunas palabras y decir… con justa razón: “Caminante sí hay camino, solo falta nuestro andar”.
Dios nos bendiga. Dios bendiga al pueblo de Gaspar Hernández.
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