José Javier e Isabel Renovando las promesas matrimoniales 75 años después

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Santiago.- En nuestra co­munidad ce­lebra­mos jubilosos un evento socio-religioso y fami­liar de gran im­portan­cia, es que siendo muy jóvenes José Javier e Isabel, tomaron la fir­me decisión de unir para siempre sus vidas por los sagrados vínculos del matrimonio.

De modo que des­pués de tanto tiempo sus hijos e hijas, des­cen­dientes y familiares cercanos, han preparado con alegría y entusiasmo este en­cuentro fami­liar que consideramos más que una fiesta, una cátedra para la pobla­ción adulta joven y jóvenes y adolescentes en lo que respecta al matrimonio.

El 11 de marzo del 1944, en la Parroquia Catedral Metropolitana, Santiago Apóstol “El Mayor”; contrajeron matrimonio José Javier Núñez e Isabel Fer­nández, ante el Reve­rendo Monseñor Eliseo Pérez; fueron testigos de este enlace conyugal los señores Elpidio Fernández y Ana Rosa Rodríguez.

Procrearon 15 hijos; quienes han dado 34 nietos y estos a su vez  27 bisnietos y estos últimos, tres tataranietos.

Hoy José Javier e Isabel, renuevan sus vo­tos matrimoniales ante Monseñor José Grullón Estrella. “75 años”, Bo­das de Dia­mante; acompañados de sus hijos e hijas, des­cendientes, amigos y relacionados; además, una hermosa comuni­dad que los ama y res­peta. Siendo los padri­nos: Luis Fernán­dez y Orfelina Genao de Fer­nández.

¿Cómo se conocieron?

 

Isabel asegura que la Sra. Juana Pérez la in­vitó a casa de los señores José Núñez y Justina Núñez, padres de José Javier “Polín”, quien quedó impresio­nado por esta joven, hasta hoy.

El noviazgo fue por poco tiempo, pues en esa época un buen hombre y con casa hecha era el mejor documento legal, porque las pala­bras se cumplían; y se respetaba mucho el amor, como don de todos los dones.

Hablar de estos se­ñores es cómodo, sencillo. José Javier, “Polín”, es un gran ser humano, un cristiano auténtico. Un icono patriarcal en su familia y la comunidad; trabajó hasta el cansancio para el sustento de su fami­lia; dándolo todo sin medir consecuencias.

Isabel, esposa y ma­dre. Luchadora, abnegada y fiel. Con su mi­rada serena y una am­plia sonrisa colaboró con el sustento de la familia; no sólo reali­zando quehaceres do­mésticos, sino que ade­más confeccionaba y reparaba la ropa de sus hijos y como todo gua­nero o guanera artesano, tejía canastas para vender y generar ingresos económicos.  Mujer de temple y paciencia extraordinaria.

Aun a su edad cuida de su esposo; y él admira todavía la destreza de aquella joven de la cual se enamoró hace casi 76 años.

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