IGLESIA PEREGRINA

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Iglesia: Familia de Dios

Con mucha frecuencia escucha­mos hablar de la importancia de la familia humana en la sociedad. De hecho, desde muchos escenarios se oye la afirmación que los principales problemas de la sociedad son provocados por la desintegración familiar. Esta idea no necesita verificación. Pero es justo afirmar también que la familia es el lugar de las grandes luces en una sociedad. Esto aplica perfectamente para la Iglesia.

El Papa Francisco lo explica be­llamente en la catequesis que re­sumimos a continuación: la Iglesia como familia de Dios.

¿Cuál es este proyecto de Dios? Es hacer de todos nosotros una única familia de sus hijos, en los que cada uno se sienta cerca y amado por Él, sienta el calor de ser la familia de Dios. En este gran proyecto encuentra su origen la Iglesia, que no es una organización fundada por un acuerdo de algunas personas, sino es obra de Dios, nace precisamente de este plan de amor que se desarrolla progresivamente en la historia.

La Iglesia nace de la voluntad de Dios de llamar a todos los hombres a la comunión con Él, a su amistad, es más, a participar como sus hijos en su misma vida divina. La misma palabra “Iglesia”, del griego ekklesia, significa “convocatoria”: Dios nos convoca, nos invita a salir del individualismo, de la tendencia a encerrarse en sí mismos y nos llama a ser parte de su familia.

Y esta llamada tiene su origen en la creación misma. Dios nos creó para que vivamos en una relación de profunda amistad con él, e incluso cuando el pecado rompe esta relación con Él, con los demás y con la creación, Dios no nos abandona.

Toda la historia de la salvación es la historia de Dios que busca al hombre, le ofrece su amor, lo acoge. Llamó a Abraham para ser el padre de una multitud; eligió al pueblo de Israel para forjar una alianza que abrazara a todas las naciones; y envió, en la plenitud de los tiempos, a su Hijo para que su designio de amor y de salvación se realizara en una nueva y eterna alianza con la humanidad entera.

Cuando leemos en los Evan­gelios, vemos que Jesús reúne a su alrededor una pequeña comunidad que acoge su palabra, lo sigue, comparte su camino, se convierte en su familia, y con esta comunidad Él se prepara y edifica su Iglesia.

¿De dónde nace entonces la Iglesia? Nace del gesto supremo de amor en la Cruz, del costado tras­pasado de Jesús, del que fluye sangre y agua, símbolos de los sacramentos de la Eucaristía y del Bautismo. En la familia de Dios, en la Iglesia, la savia vital es el amor de Dios que se realiza en amarlo a Él y a los demás, a todos, sin distinción ni medida. La Iglesia es una familia en la que se ama y se es amado.

¿Cuándo se manifiesta la Igle­sia? Se manifiesta cuando el don del Espíritu Santo, llena el corazón de los Apóstoles y los empuja a salir y a empezar el camino para anunciar el Evangelio, difundir el amor de Dios. Incluso hoy alguien dice: “Cristo sí, Iglesia no”. Aque­llos que dicen: “Yo creo en Dios pero no en los sacerdotes”. Se dice a sí: “Cristo sí, Iglesia no”. Pero es precisamente la Iglesia la que nos lleva a Cristo y nos dirige a Dios: la Iglesia es la gran familia de los hijos de Dios.

Por supuesto, también tiene aspectos humanos; en los que forman parte de ella, pastores y fieles, hay defectos, imperfecciones, pecados: hasta el Papa los tiene, y ¡tiene tantos! Pero lo hermoso es que cuando nos damos cuenta de que somos pecadores nos encontramos con la misericordia de Dios: Dios siempre perdona. No olvidemos esto: ¡Dios siempre perdona! Y Él nos recibe en su amor de perdón y de misericordia.

Preguntémonos hoy: ¿cuánto amo a la Iglesia? ¿Rezo por ella? ¿Me siento parte de la familia de la Iglesia? ¿Qué hago para que sea una comunidad donde todos se sientan bienvenidos y comprendidos, para que se sienta la misericordia y el amor de Dios que renueva su vida? La fe es un don y un acto que nos afecta personalmente, pero Dios nos llama a vivir, juntos, nuestra fe, como una familia, como Iglesia.

Pidamos al Señor de una manera especial que nuestras comunidades, toda la Iglesia, sean cada vez más verdaderas familias que viven y traen el calor de Dios.

 

(Tomado de la

Audiencia en la Plaza San Pedro,

29 mayo 2013)

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