Fue el 10 de agosto de 1218 que la Orden de la Merced se fundó en Barcelona (España) con la finalidad de ofrecer redención a los cautivos. Fue San Pedro Nolasco, inspirado por la Virgen de las Mercedes, quien sintió la vocación liberadora para imitar a Cristo Redentor.
Aquella situación de esclavitud que se encontraba en el s. XIII ha desaparecido. Y por eso los mercedarios y mercedarias han tenido que adaptar su carisma a los nuevos tiempos ofreciendo una palabra de libertad en las llamadas nuevas formas de cautividad.
El mundo de las cárceles, la falta de salud y atención médica, la formación en valores de los más jóvenes, las mujeres maltratadas, la realidad de los inmigrantes, o los niños y niñas que sufren explotación, son un grito desgarrado de libertad que resuena en el corazón de los mercedarios y mercedarias, hombres y mujeres que siguen el ideal de San Pedro Nolasco.
En nuestro país la Orden de la Merced ha estado presente desde finales del s. XV, sirviendo a la Iglesia y a la sociedad. No por casualidad la Virgen de las Mercedes fue nombrada patrona del pueblo dominicano en el año 1844. Somos muchos los que nos acercamos a ella confiando en recibir sus mercedes, especialmente en el Santo Cerro La Vega.
Y es precisamente ahí, en el Santo Cerro, donde el pasado 15 de septiembre, personas venidas del Norte y del Sur, del Este y del Oeste de nuestro país –se calcula que más de 2,000 personas– se congregaron para festejar con júbilo estos 800 años de historia. Religiosos, Religiosas, Laicos y Laicas pertenecientes a la Orden de la Merced, las Mercedarias de la Orden, la Orden de la Merced Descalza, las Mercedarias de la Caridad y la Fraternidad Mercedaria del Santísimo Sacramento peregrinaron al Santuario Nacional dedicado a las Mercedes para expresar su devoción y agradecimiento a María, nuestra Madre.
Como Familia Mercedaria salimos en procesión hacia el Santuario y en cada una de las paradas que conformaron nuestro caminar pudimos reflexionar sobre la figura de San Pedro Nolasco, la Virgen de las Mercedes, los nuevos cautivos, el significado del escudo mercedario y el logo del Jubileo de los 800 años.
En la Eucaristía, Monseñor Héctor Rafael Rodríguez, Obispo de la diócesis de La Vega, recordó y compartió las principales ideas que el Maestro General de la Orden plasmó en la carta que dirigió a toda la Familia Mercedaria el 10 de agosto de este mismo año con motivo de la celebración del Jubileo. Y así Monseñor nos alentó a vivir la Merced como misterio (vocación que hemos recibido del Dios Trinidad) y ministerio (siendo profetas de libertad), sin olvidar que los tres amores del Mercedario siempre serán Cristo Redentor, María de la Merced y Pedro Nolasco. “Miren el pasado con agradecimiento, descubran el presente como un desafío y contemplen el futuro con esperanza” –terminaba apuntando Monseñor Rodríguez en su homilía–.
Después de alimentar el espíritu en el banquete eucarístico, la multitud también sintió hambre corporal y como si fuera una nueva edición de la Multiplicación de los panes y los peces, de las mochilas y loncheras salieron empanadas, sándwiches, purés de papas y espaguetis. Todos quedaron satisfechos, aunque a diferencia del relato evangélico, no sobró nada.
Después de un acto cultural en el que el drama, la música, el baile y la poesía hicieron acto de presencia, volvimos agradecidos a nuestras casas, porque una vez más la Virgen de las Mercedes, como hiciera antaño en el fuerte terremoto de 1615, también protegió a sus hijos y frenó las lluvias del huracán Isaac para permitirnos vivir jubilosos los 800 años de historia mercedaria.
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