por Eduardo M. Barrios, S.J.

      El drama migratorio tiene envergadura global. El número de desplazados suma millones de seres humanos. Huyen renuentes de sus patrias queridas. No querrían irse, pero los conflictos bélicos, las dictaduras que violan todos los derechos humanos, y las miserias económicas obligan a emigrar. Los cubanos, por ejemplo, llevan sesenta y cuatro años bajo dictadura marxista, y ahora mismo conseguir el pan nuestro de cada día se ha convertido en toda una odisea.

      Estados Unidos se muestra generoso al admitir a los que tocan desesperados a sus puertas. Pero la organización inmigratoria deja mucho que desear. Limitémonos a espigar dos aberraciones actuales:

I. El permiso de trabajo.

      La inmensa mayoría de los que vienen a los Estados Unidos no desean ser carga ni para sus familiares ni para el país. Sólo desean trabajar para hacer realidad el sueño americano.

      Sin embargo, el Gobierno norteamericano prefiere darles sellos de comida, dinero, transporte gratuito, clases gratuitas de Inglés, y Medicaid. Les dan todo eso excepto un expeditivo permiso de trabajo. De todos los beneficios que ofrecen a los recién llegados lo único realmente necesario es el seguro Medicaid, pues la mayoría de los inmigrantes, especialmente los cubanos y haitianos, llegan deficientemente alimentados y necesitan apuntalar la salud.

      No se sabe por qué demoran tanto tiempo, hasta más de medio año, en darles permiso de trabajo a los recién llegados. Algo hay que hacer para que las autoridades abran los ojos a algo tan urgente y que ahorraría tanto dinero a los contribuyentes.

      La verdad es que muchos de los nuevos inmigrantes se impacientan, y comienzan a trabajar por la izquierda, convirtiéndose en víctimas de empresarios inescrupulosos que les pagan una miseria por trabajar ilegalmente.

II. Inmigrar mediante patrocinadores.

      A comienzos de este año, el gobierno ideó una manera de contener la inmigración ilegal, admitiendo por dos años bajo “parole” (libertad provisional) a ciudadanos cubanos, haitianos, venezolanos y nicaragüense. Los tales llegarían vía aérea ya con permiso de trabajo más algunos beneficios.

      Pero lo que parecía un método digno de encomio, en la práctica se ha vuelto una situación de extrema zozobra tanto para los patrocinadores como para los patrocinados.

      Parece que hay pocos agentes de Inmigración examinando las solicitudes, y para colmo de males se procede sin orden ni concierto. Hay reclamados desde el comienzo de enero que no han recibido luz verde; en cambio,  a otros que se les reclamó a fines de enero, ya les llegó el permiso de viajar a Estados Unidos. Hace falta que procesen con seriedad según las fechas de solicitud.

      Si no dan abasto, se debe detener la admisión de nuevas solicitudes hasta que se puedan volver a procesar.

      Por otro lado existe el fundado temor de que el programa se cancele, porque ciertos legisladores de veinte estados elevaron una solicitud a un tribunal del Sur de Texas para suspender el patrocinio de aspirantes a viajar a este país. Valga que el juez desestimó la petición. Pero hay preocupación por parte de los patrocinantes y de los patrocinados de que se suspenda tan loable iniciativa a favor de una inmigración legal y organizada.

ebarriossj@gmail.com

6 COMENTARIOS