A un pequeño árbol de pino

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Es sólo un árbol de pino: 

verde como los demás, 

pero yo siento que es más 

desde el día que aquí vino,

como si un soplo divino 

se moviera entre sus ramas

con su follaje declama

hermosos versos silentes 

de retoños florecientes

y que en su entorno derrama.

Se le ve tan encantado 

que casi escucho su risa 

cuando le mece la brisa 

en su tarrito esmaltado 

como un monarca sentado 

en su trono vanidoso

con su aroma resinoso 

de conífera realeza 

destilando su corteza 

un néctar maravilloso.

A veces le veo nervioso

por el sol abrasador

o el viento perturbador 

que le reta belicoso;

pero, se inclina obsequioso

cuando mira el rayo y truena

 y el estampido resuena 

anunciando el aguacero 

y él ¡un feliz pordiosero! 

esperando el agua buena.

El hada Flora ha querido

sin hacerse de rogar 

el convertir nuestro hogar 

en un jardín florecido 

y con gusto hemos cedido,

sin demora ni escarceo,

al botánico deseo

de amar la naturaleza 

e ir junto a su belleza 

a un cotidiano paseo.-

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