El 5 de agosto se celebraron 522 años de la fundación de la ciudad de Santo Domingo y cosa curiosa, la noticia trajo el tema de que la ciudad es poco amigable, es agresiva. Se mencionaron una serie de problemas que hace buen tiempo se hablan y no se pueden corregir. Comencemos por la violencia, la basura, el tránsito, los ruidos, la ocupación de los espacios públicos. El paradigma es la Duarte con París. Al terminar la celebración de la misa, la nueva alcaldesa, Carolina Mejía, declaró que la ciudad es “hermosa, viva y que cuenta con un grupo de servidores públicos y colaboradores que estamos dispuestos y listos para seguir sirviéndola.” Trabajo duro.
Aprender de la historia. A inicios de 1873, Buenaventura Báez, cinco veces presidente, entraba en un deterioro que hasta sus propios seguidores lo notaban. Sus intentos de anexar el país a los Estados Unidos y de continuar en el poder, ocasionaron que un movimiento de unidad lo depusiera. En el pueblo se vivió un momento de euforia. Como símbolo, se tiraron al mar las cadenas y grillos que se usaban para atar y torturar a los presos en la fortaleza Ozama de Santo Domingo. Pedro Henríquez Ureña llegó a decir que esa revolución había derrotado no sólo a Báez sino también a la memoria de Santana, y a todo el régimen que había prevalecido durante la primera República, “la obra de este movimiento anónimo, juvenil, fue fijar la conciencia de la nacionalidad… el momento en que llega a su término el proceso de intelección de la idea nacional.”
Nuevo Gobierno. Este domingo 16 de agosto asistiremos a la toma de posesión del Nuevo Gobierno. No queremos un mero cambio de funcionarios, sino un cambio en la moral de los gobernantes, la sanción de la corrupción, el imperio de la trasparencia, la superación del clientelismo, mejora en las condiciones de salud, educación y vivienda, una atención a los sectores necesitados y fomento de la conciencia ciudadana. Si no hay nueva conciencia ciudadana no habrá nuevo Gobierno.
Pedro Casaldáliga. Español, religioso claretiano. Sacerdote, misionero en el Brasil desde 1968. Obispo desde 1971. Alma fina. De vena poética y sensibilidad social. Consagró su vida a la defensa de la ecología y de las poblaciones originales de la Amazonía. Falleció el pasado 9 de agosto. “No se puede servir –escribía – a dos señores: al Pueblo y al poder, al Reino y al sistema, al Dios de Jesucristo y al diablo del dinero.”
Nos deja una buena propuesta. Julio César Castaños Guzmán, presidente de la Junta Electoral al entregar sus certificados a los senadores electos afirmó que ellos son “instrumento del cambio que esperan los dominicanos.” Los dominicanos no votamos solo por el cambio de autoridades, sino por un cambio social que está pendiente hace muchos años y que se rejuega y maquilla con mucha facilidad.
Escuela. En todo el mundo, y también entre nosotros, la reapertura de las escuelas es difícil problema. El caso no se debate entre abrir y no abrir. Hay que convocar a los jóvenes y proporcionar educación. Si o sí. Pero tenemos que buscar la forma. Sabemos que no hay una formula única e igual para todos. Tres palabras nos pueden ayudar. Gradual en el tiempo. Regional en la geografía. Y diversificada en el método
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