Acompañar al padre Martín Luzón, msc (Misionero del Sagrado Corazón), el pasado domingo 1 de septiembre, en la iglesia La Altagracia, de Santiago, fue una de esas bendiciones que te llegan envuelta en el lienzo suave y discreto de la humildad.
¡Estamos aquí para dar gracias al Señor! Así, con esta proclamación del pueblo, se dio inicio a la celebración eucarística en la que el padre Martín fue acompañado por Mons. Freddy Bretón, Arzobispo de Santiago, Monseñor Plinio Reynoso Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis, el padre Darío Taveras, msc, padre Juan Tomás García, msc, párroco de la iglesia La Altagracia entre otros.
Palabra y testimonio. Lecturas escogidas con esmero nos fueron llevando al estilo de vida del padre Martín. Isaías, capítulo 58. Versículo 10: “Si das al hambriento lo que deseas para ti y sacias al hombre oprimido, brillará tu luz en las tinieblas”.
El padre Martín nos introdujo entonces a la segunda lectura con un testimonio:
-A la edad de siete u ocho años dije a mi papá: “Papá, trate mejor a los trabajadores del café que a la visita”. Haciéndonos recordar, a seguidas, una frase del Éxodo cargada de esperanza: “He visto la opresión de mi pueblo y he bajado para librarle”. Ex 3, 7-8.
75 años atrás nacía en la Loma Palo Quemado, Martín Olivio Luzón Ramírez, quien a sus 25 años hizo sus votos como Misionero del Sagrado Corazón. Sobre esos 50 años habló el padre Darío Taveras, conocedor de su compañero de congregación, y también testimoniaron, posterior a la celebración, amigos y conocidos.
Carmen Nelia Bretón refiere: “Martín fue uno de los fundadores del Centro Vocacional de Licey por allá en 1971. Él nos mostró el camino de la acogida y el encuentro con aquellos que a veces no son bien acogidos: los grupos populares, los jóvenes, los pobres, los divorciados. El padre Martín es ejemplo de humildad, entrega y vocación firme”.
Amós Jean es sacerdote Misionero del Sagrado Corazón. Él comenta que distingue al padre Martín por su trabajo con los pobres y su sentido humanista. ¡Si mi padre trabaja yo también trabajo! es una expresión que dice escucharle siempre y que a él como sacerdote joven le entusiasma.
Teresita, hermana del padre Martín, expresa que ellos son 10 hermanos, hijos de padres agricultores. “Cuando Martín venía a la casa, algunos de nosotros, muchachos al fin, queríamos que se fuera pronto debido a la disciplina y rectitud que nos imponía como hermano mayor. Hoy agradecemos eso”.
En nombre de la comunidad de origen habló un vecino, quien afirmó: “Martín Olivio Luzón tenía una sutil manera de ganarse el respeto de los adultos, su presencia estaba dotada de un equilibrio emocional muy distinta a los niños de su edad. Ser justo, no tener apego a las cosas y una sonrisa eterna en sus labios han sido signos que siempre le han caracterizado. Pasará el tiempo y la vida le disminuirá en su aspecto físico, pero para los jóvenes, las comunidades, su familia y la Iglesia, seguirá siendo, como ser humano, sacerdote y fuente de inspiración, tan alto como la montaña que le vio nacer: La Cumbre de Juan Veras. Allí aprendió a andar siempre con el equipaje ligero de los grandes hombres de Dios: El equipaje del amor”.
El padre Juan Tomás García, msc. Párroco de La Altagracia nos dice: -Martín con su trabajo social es el equilibrio de la acción pastoral de nosotros los misioneros. Siempre dándose, en Licey, aquí en Santiago. Sus últimos siete años se han divido entre Samaná (4) y Villa Jaragua, allá en el lejano Sur (3). Él nunca ha vivido de forma cómoda. Estrecha relación con las palabras del padre Juan Tomás guarda la frase bíblica con la que el padre Martín terminó sus palabras: “Que tus obras últimas superen a las primeras” (Apoc. 2, 19)
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