Tengo una tacita rota

que no la cambio por nada 

desteñida y cuarteada 

por donde filtra una gota;

no me afecta si se nota 

cuando me tomo el café 

o de jengibre un buen té 

porque me sabe mejor

al degustar el sabor:

el que siempre disfruté.

Unas chancletas muy viejas

arrastro desde temprano

y al alcance de mi mano

el libro “Cosas Añejas”;

con mis gafas disparejas 

que me han acompañado 

y mil cosas le han pasado

son mis socias de lectura

o para manual costura

de algo deshilachado. 

Mi saquito gris oscuro

un héroe de mil batallas

me sirve en todas las tallas 

llevándolo sin apuro;

con él me siento seguro

para asistir a una boda

mucho menos me incomoda 

si lo uso en un velorio

y si aparece un jolgorio

tampoco pasa de moda.

Son mis amigos de antaño

porque el vínculo es fraterno 

como también es eterno

todo aquello que yo entraño;

pues son peldaño a peldaño

con mi familia querida 

fundamento de mi vida

que me brinda paz y calma

como alimento del alma 

y la fe que en ella anida.