Desde España/ Área: Pastoral de la Salud
HOJUELAS DE ESPERANZA
Mary Esthefany García
hojuelasdeesperanza@gmail.com
”Caricia de Dios en la fragilidad”
“¿Está enfermo alguno de ustedes? Llame a los presbíteros de la Iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. Y la oración hecha con fe sanará al enfermo; el Señor lo levantará, y si ha pecado, su pecado le será perdonado.” — Santiago 5, 14-15
En mi labor de asistencia espiritual, he comprendido que la presencia del sacerdote para administrar la Unción de los Enfermos es una verdadera bendición. Este sacramento es más que un rito; es un momento de profundo encuentro con la misericordia de Dios. En medio del dolor, la incertidumbre o el miedo, he visto cómo el alma se serena, cómo el rostro del paciente refleja una paz que no viene del mundo, sino del cielo. Es Dios mismo inclinándose con ternura sobre quien sufre.
La cita de Santiago nos recuerda que no estamos destinados a afrontar solos la enfermedad o el sufrimiento. Dios actúa por medio de su Iglesia, por medio de sus ministros, trayendo consuelo, esperanza y hasta sanación del cuerpo o del alma. La unción es una expresión tangible del amor divino que no abandona, sino que sostiene, perdona y fortalece.
Reflexión personal:
En cada encuentro con un enfermo que recibe la unción, se confirma que no hay fragilidad donde Dios no pueda habitar. La debilidad humana se convierte en espacio sagrado donde Dios actúa con poder y compasión.
Oración final:
Señor Jesús, médico del alma y del cuerpo, te pedimos por todos los enfermos, llénanos de tu paz y fortaleza en los momentos difíciles. Que por medio de la unción, sientan tu abrazo sanador y tu amor incondicional. Amén.