Rosa Emilia Filpo Regresó a la Casa del Padre

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Mujer trabajadora y buena. Le gustaban las flores. Su jardín for­maba parte de sus días.  Contrajo matrimonio con Gustavo Burgos, quien falleció hace siete años. Fue una madre entregada. Ora­ba por sus hijos. Su mayor an­helo era que ellos actuaran bien, que tuvieran buena conducta.

La unión fa­miliar era su gran de­seo. Tuvo 13 hijos y crió una. Pudo ver sus 39 nietos y 48 bisnietos. La conocí hace mu­chos años.

Re­cuerdo su alegría y hospitalidad. Puedo decir de ella que pasó por la vida haciendo el bien. Su nieto Víctor Rivas dijo de ella: “Fue la más hermosa flor de conuco que pariera el Cibao.”

Al despedirla, sus hijos le expresaron: celebramos su vida, la celebramos a usted. Le rendimos honor y gratitud por encima de cualquier tristeza.

Rosa Emilia, cari­ñosamente Tavila, se marchó a la Casa del Padre el pasado 10 de abril. Vivía en Colo­rado, Santiago.

Paz a su alma.

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