Renovación

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Continuamos en esta hermosa estación de la primavera duran­te todo este mes de abril. Cierto que en nuestro país no tene­mos un marcado contraste entre las estaciones del año. Sin em­bargo, algunas diferencias se observan. Flo­res muy variadas y hermosísimas; viajes a playas, ríos y montañas difíciles o imposibles en otros meses; prepa­ración para exámenes académicos y, este año, la celebración del evento cumbre de nuestra fe católica, la Resurrección o Pascua de Jesucristo, Salvador y Señor nuestro, el domingo 21.

Para este significativo mes de los contras­tes, en que finalizamos la Cuaresma, celebra­mos la Semana Santa o Mayor, como también se le llama, e iniciamos el tiempo de Pascua, nuestra Iglesia nos propone destacar en nuestra conducta el valor de la “Renovación”, po­pularizado en el lema “ustedes están limpios por la Palabra que les he dicho”, tomado de Juan 15, 3.

Somos concientes de que Dios respeta nuestra libertad para modificar nuestra conducta o permanecer como somos. Sin em­bargo, ¡cuánto le agrada que seamos buenos como El es bueno! Para ello, ¿qué mejor que renovarnos, quitando lo que nos sobra, aceptando lo que nos falta y que nos hace bien? La Cuaresma y Semana Santa son tiempos propicios para hacerlo, intentando con ello parecernos cada vez más a Jesús, Maes­tro y Amigo por excelencia.

Gran oportunidad para meditar, pensar nuestra relación con Dios, con los demás, con la creación y con nosotros mismos. Oca­sión para mirarnos por dentro, intentando for­talecer nuestro interior con las actitudes que hemos definido como buenas y válidas para nuestro ser humano y cristiano. Reorientar nuestras conductas en base a lo que haría Jesús si estuviera en nuestro lugar. El Hom­bre-Dios que vivió ha­ciendo lo correcto en cada circunstancia y lugar. Que procuró en todo momento realizar la voluntad del Padre y que nos amó hasta el extremo.

Renovarnos es in­tentar ser diferente de lo que venimos siendo. Pensar, sentir y actuar contrario o mejor de como lo hacíamos.

Ser cristianos luminosos e iluminados como el Resucitado. Cirios que transparen­tan al Resucitado.

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