EL PADRE NUESTRO, ORACIÓN RADICAL

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                                                                                          P. Richard Murray

   El Padre Nuestro sorprende por su brevedad, belleza y profundidad. No se puede sólo orar el Padre Nuestro, sino se puede orar DENTRO de él. Cuando lo miramos detenidamente, se puede ver una anticipación de la vida de Cristo, su autor. Y también, nos compromete desde la introducción misma; PADRE NUESTRO. Es que somos hermanos de Jesucristo, el Hijo de Dios PADRE. Somos miembros de la misma familia de Dios, nuestro Padre.

    Sin duda, el Padre Nuestro es un desafío, una guía y un programa de vida. Nos dice que somos hijos de un solo Padre y en consecuencia somos hermanos unos de otros.  Este hecho es una orientación para la convivencia familiar y social.   

   Tenemos una gran ventaja: el Hijo del Padre, nuestro hermano, sale del Padre para MOSTRARNOS cómo vivir como imagen y semejanza de Dios. Y eso es mucho decir. Nos invitará a seguir su ejemplo. APRENDAN DE MI. El Padre nos dirá: Escúchenlo. Así que el Padre Nuestro es una oración radical, porque está radicada en la vida misma del Hijo de Dios Padre hecho hombre. No, el hombre no puede decir que no sabe cómo vivir como imagen y semejanza de Dios. Toda la vida, ejemplo y muerte de Cristo es para enseñarle.

   Este Padre está en el cielo y no necesita de nada. No podemos enriquecerle con nada. Ni podemos contribuir a su felicidad. Y sin embargo podemos santificar su Nombre. ¿Cómo?  si no podemos añadir a su felicidad? Con reconocer la santidad del Nombre de PADRE nos acerca más a Dios. Así que más que reverenciamos su nombre de Padre, más nos acercamos, más nos santificamos porque su Nombre es santo.

   Venga a nosotros tu reino. ¿Y qué reino es ese que no sea el que Cristo prepara para entregar al Padre al fin de los tiempos? En 1 Cor 15.  De este reino se ora en el Prefacio de Cristo Rey: de paz, vida, verdad, justicia, gracia, amor y alegría. Se trata de grandes verdades y grandes realidades espirituales que son obras del mismo Cristo.

   Apenas comenzada, vemos algo de la profundidad y alcance de esta oración que es para nosotros un ejemplo, un modelo por no decir una norma de oración. De hecho, es tan grande que hasta se nos escapa tratar de imitarla.

   Continúa el Señor: Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Claro está que la voluntad del Padre se hace entre los ángeles sin demora y completamente. Y aunque nosotros no podemos actuar con la rapidez y eficacia de los ángeles, sabemos que tenemos ese ejemplo y estamos en buena compañía cumpliendo la voluntad del Padre celestial. Cristo irá aclarando esa voluntad y dando ejemplos claros. Él es el primero en hacer la voluntad del Padre, repitiendo con frecuencia que Él hace lo hace y dice lo que dice porque es la voluntad de su Padre.