Juventud y desempleo

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El desempleo juvenil constituye el más grande dolor de cabeza para todos los sectores de la vida nacional que trabajan desinteresadamente con la juventud, en especial el de la Iglesia Católica. Los jóvenes que procuran el sustento para sí y su familia, de­sean trabajar de forma que re­sulte como un servicio a la sociedad.

El Consejo Nacional de Po­blación y Familia reveló hace algunos años que el país, tiene una población que ya pasa los diez millones de habitantes, de esa proporción es bueno considerar que la mayo­ría son jóvenes y muchos carecen de un empleo.

En los actuales momentos, se hace necesario que el go­bierno conjuntamente con el sector privado se propongan hacer una revisión de cómo poner a trabajar a gran parte de la juventud. Las microempresas pueden ser un alivio contra el desempleo juvenil ya que contribuye a ocupar muchas manos juveniles.

La falta de empleo entre los jóvenes reclama al gobierno que realice el mayor esfuerzo por el logro del crecimiento de la economía y el aumento de la productividad, de tal modo que hagan posible, mediante una justa y equitativa distribución el mayor bienestar de los mismos jóvenes y de su familia.

El gobierno y el sector privado deben sentarse en la mesa para luego de tener datos concretos de esa visión ir ponde­rando las acciones concretas que habría que ponerse en práctica para combatir el de­sempleo juvenil. El jo­ven concilia su profunda identidad humana con la pertenencia a la nación y cuando tiene un trabajo que lo ve como un incremento del bien común.

La gran verdad es que, si la mayoría de jóvenes hubieran estado trabajando, ellos como personas aprenderían mucho, cultivarían sus facultades, se superarían y trascenderían y así sus logros personales o profesionales de seguro serían una contribución al bien de la pro­pia humanidad, facilitando mu­cho más la vida digna de todos.

¡El desempleo se combate creando oportunida­des de em­pleos para la juventud!

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