Fr. Anselmo Alonso, mensajero de la gracia

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-Miguel Gullón

Fr. Anselmo Alonso nació en 1934 en Alba de Tormes, pueblo de Santa Teresa de Jesús. Se ordenó sacerdote en 1965, llegó a República Dominicana en 1968 destinado a Higüey y al año siguiente pasa a formar la comunidad de frailes dominicos en El Seybo. Enriqueció sus estudios de Teología con un diplomado en Pastoral en Medellín con la guía de Gustavo Gutiérrez. Fue docente en el Colegio y Liceo Nuestra Señora de la Altagracia en Higüey, la Escuela Nuestra Señora del Rosario en el Seybo, el Colegio Sagrado Corazón en Santiago y el Centro de Teología Santo Domingo de Guzmán. Vivió durante 54 años en Santo Domingo, Santiago y Santa Cruz de El Seybo donde residió hasta el pasado verano cuando viajó por problemas de salud al convento de La Virgen del Camino en su España natal.

Junto a los frailes Pablo Puerto, Juan Manuel Pérez y Gregorio Álamo adquirió a Radio Seybo de manos de los hermanos Cepeda hace 49 años. En esta estación radial laboró en el programa “La Palabra de Dios Hoy”, “Construyendo Valores” en el “Bloque Familiar de la Mañana” y “Cómo aprender a leer la Biblia”. Construyó muchas capillas en las Comunidades campesinas con el objetivo de que fuesen lugares de encuentro entre las personas y también para celebrar la Palabra. Tenía preferencia por los campesinos que sufrían los abusos del Central Romana y de los terratenientes. Cuando desalojaban a las familias, les destruían sus casas, les quitaban sus tierras y los llevaban presos era entonces cuando Fr. Anselmo, los frailes y las Misioneras Dominicas del Rosario iban a sacarlos de la cárcel. Tal era el apoyo a los campesinos y la denuncia de las violaciones a la dignidad por parte de los terratenientes que fue declarado “Hijo non grato de la ciudad” por las fuertes presiones de éstos a las autoridades políticas.

Fr. Anselmo Alonso cuenta como «teníamos campesinos todos los meses presos en la cárcel por motivos de meterse en tierra “privada” según ellos (los terratenientes), no importaba que llevaran años o la heredaran de sus antecesores. No tenían título y, por lo tanto, de nada les valía. Llegaban con la policía y les enseñaban un pedazo de papel timbrado, diciendo que esas parcelas les pertenecían y que, por lo tanto, tenían 15 días para desalojarlas. Sólo les quedaba el irse a las montañas y empezar con otro pedazo de tierra donde sembrar, para dar de comer a la familia».

Fr. Anselmo fue un hombre que amaba la tierra y buscaba sacar de ella lo que puede dar. Además, tenía como hobby la crianza de animales de corral (gallinas, patos, conejos). Una de sus pasiones eran las playas, las que disfruta siempre que tenía tiempo. Persona jovial, alegre, transmitía alegría y esperanza nacidas de la profunda fe que heredó de sus padres a quienes siempre recordaba con cariño. Fr. Anselmo fue un mensajero de la gracia de Dios, testimonio de entrega y solidaridad con los preferidos de Jesús de Nazaret. A destacar la gran amabilidad que tenía para acoger a las personas voluntarias enviadas por Misioneros Dominicos-Selvas Amazónicas, Acción Verapaz y Fundación Anacaona.

Damos gracias a Dios por su vida y todo lo compartido en esta comunidad seibana, de donde se iba pero regresaba, pues aquí logró establecer gran empatía con las comunidades rurales, sus favoritas, a las que dedicó mucho tiempo y trabajo, formando comunidades de base, líderes, catequistas y apoyó las luchas campesinas por la tierra y en la construcción de capillas para las celebraciones religiosas y reuniones comunitarias. En sus últimos años aquí apoyó la fraternidad Laical Santa Catalina de Siena en la construcción del centro Fray San Martín de Porres en Villa Guerrero, que le gustaba llamar Fray Escoba.

Gracias, querido Fr. Anselmo por tu vida entregada con tanto amor. La Virgen del Camino te lleva en sus brazos. Desde el cielo envíanos la luz del Creador para que sigamos recreando su obra tal cómo tú lo hiciste con pasión y ternura en las Comunidades de Santiago y El Seibo. Siempre en nuestros corazones.