El dos de febrero la Iglesia celebra el día de la vida consagrada, iniciado por el Papa Juan Pablo II en 1997.  Él y sus sucesores expresan así la necesidad de poner el foco en la vida religiosa para agradecer a Dios por tantas comunidades religiosas en el mundo y en nuestro país, para acercar sus carismas a los laicos y celebrar, disfrutando de las obras creadas a lo largo de la historia por sus santos fundadores. Hoy a las personas de fe amenaza el liberalismo. Ante esto el Papa Francisco dice: tenemos una tarea de encarnar la Palabra de Dios en la vida a través del testimonio. El testimonio de los religiosos es la tarea principal. En ellos, según el espíritu del tiempo, los religiosos caminan juntos, en el espíritu de honestidad.

Un enfoque a esta expectativa entre muchos otros es la vida del beato P. Bronislao Markiewicz, hijo espiritual de san Juan Bosco, quien fundó una revista mensual “Templanza y Trabajo”, en la cual los Padres Miguelitas publican temas sociales y educativos. Este, mirando la realidad de su tiempo y pensando proféticamente en el futuro, previó problemas nacidos de la injusticia social y mostró la salida de la crisis. Decía: los santos son como estrellas que iluminan oscuridad señalando el camino.  Pero no soñaba que el mismo será tal estrella, guía en la fe. Hoy creemos más en sus palabras, porque ya hemos vivido muchos acontecimientos anunciados por él.

Mientras el hombre sea, según un poeta Norwid, sólo una larva humana, hambrienta de sangre y dinero, el mundo estará amenazado y será infeliz. Pero un hombre llega a la plena humanidad solo cuando aprende dos palabras con fluidez: ¡Sí! – ¡No!, como signo de la honestidad. La palabra no, sustentada en una conciencia debidamente formada, es de suma importancia, especialmente hoy, cuando el mundo da tantas promesas. La tentación de una vida fácil, una carrera rápida, el deseo de experiencias fascinantes y de ganar popularidad, con frecuencia degradan al hombre, lo privan de su conciencia y lo convierten en un pobre peón en el tablero de ajedrez.

La combinación de las palabras templanza y trabajo resulta muy elocuente, pues donde no hay templanza, se trabaja sin resultado. El trabajo tridimensional predicado por el P. Bronislao Markiewicz: físico, mental y espiritual, apunta al pleno desarrollo humano. En este enfoque, el pensamiento de Markiewicz se hace eco de las palabras de Cipriano Norwid: ¡A trabajar, el trabajar es para que uno resucite!

En el enfoque del trabajo de Markiewicz, el hombre está siempre en primer lugar. Es un crimen organizar el trabajo para destruir a la gente y es un crimen tenderle una trampa a la gente para que destruyan el trabajo. Y tal situación puede surgir cuando un hombre no ama el trabajo o las herramientas de trabajo, cuando se le quita toda la cosecha del trabajo y crea condiciones en las que solo los astutos y los arribistas se enriquecen. También debe recordarse que solo un hombre libre puede amar el trabajo, un esclavo solo lo maldecirá.

Beato P. Bronislao Markiewicz enfatizó con razón que el trabajo y la templanza, entendidos como moderación, cambiarían la faz de la tierra. Estos son los problemas principales. Sin una adecuada ambientación de estos temas, no pensemos en la paz, el progreso, el desarrollo y el hombre. Sin embargo, para vivir plenamente las consignas de Templanza y Trabajo, solo una persona religiosa puede ver su sentido.

¡Que viva la vida religiosa!P. Jan Jimmy Drabczak CSMA

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