La libertad sólo florece en la firmeza

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Manuel Maza, S.J.

mmaza@belenjesuit.org

  Pasan los años y hay problemas nacionales que en lugar de disminuir aumentan. En el Evangelio proclamado hoy, (Lucas 9, 51- 62) Jesús nos da una pauta para enfrentarlos.

  En primer lugar, Jesús actuó con firmeza: “Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén.” Jesús tomó la decisión de confrontar a las poderosas autoridades judías en Jerusalén. En el resto del evangelio, veremos a Jesús avanzar con firmeza hacia el enfrentamiento, que él mismo ha decidido libremente. Jesús vivió su decisión. Al que no decide, lo deciden.

  A nosotros nos falta firmeza como sociedad. Queremos una rendición de cuentas de los gastos públicos, pero nos falta la decisión para exigirla. Somos esclavos de las cúpulas partidistas, garantes de la impunidad.

  Hay muchos discursos contra las drogas, pero falta la firmeza en aplicar la ley. En los barrios, todos, menos las autoridades, saben dónde se vende la droga. De noche, en los barrios, la gente está presa y los criminales sueltos.

  Mucha gente joven enamorada exige con ligereza una expresión de amor total que su vida no sustenta. La pasión dirige las acciones de jóvenes enamorados no preparados para sustentar una nueva vida. Falta la firmeza para vivir con coherencia, expresando lo que se vive y viviendo lo que se expresa. Hay novios que ligeramente se relacionan como si fuesen esposos, porque les falta firmeza para esperar y construir la base de una relación matrimonial.

    Hoy Pablo nos señala dos cualidades del discípulo: “para ser libres, Cristo nos ha liberado. Manténganse firmes” (Gálatas 5, 1. 13- 18). Cuesta ser firmes, el guabineo es más cómodo, pero el guabineo esclaviza los pueblos. Este pueblo solo se liberará de sus esclavitudes con la firme aplicación de la ley.

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