La historia del centurión que solicitó a Jesús la curación de su siervo y las palabras de Jesús inscritas en el Diario de Santa Faustina, enfatizando su misericordia para con los pecadores, constituyen los fundamentos de la fe en la curación y la esperanza para los enfermos.

Ahí una de historias conocidas por cada sacerdote. Después de la misa de Nochebuena, el padre Roberto, al recibir una llamada telefónica, acude rápidamente a ayudar a un moribundo. Se trata de un joven que luchaba contra el SIDA, cuyo mundo se vino aún más abajo cuando, en busca de apoyo y consuelo, fue recibido con palabras duras, aunque verdaderas por un sacerdote en Londres, donde se fue buscar un buen trabajo y una vida mejor. Lamentablemente locuras del joven no terminaron bien.  Así que lo único de buen que vio en aquel sacerdote, fue el consejo para que pronto regrese a su casa natal, a su familia. Al regresar a casa, su madre y su hermana lo acogieron y procuraron ayuda médica discretamente, debido al estigma social asociado con el SIDA en 1987.

 Ya estando en su casa paternal en un momento de desesperación, el joven se topó en la Santa Biblia con las palabras del profeta Isaías (Is 49, 15), que le brindaron renovadas fuerzas y sanaron su espíritu. También comprendió las palabras de aquel sacerdote de Londres y el propósito del sufrimiento según la fe cristiana: como un medio para apartarse del pecado y seguir el camino de la salvación, permitiendo el arrepentimiento durante la vida terrenal. A través del diálogo y sacramento de los enfermos, explicó al padre Roberto su necesidad de verlo en un momento tan inadecuado – día de nochebuena, que para el joven le trajera la paz.

El relato del enfermo joven refleja la comprensión del papel sanador de Dios, evidenciado en Jesús y continuado por los apóstoles y todos los que se involucran en este servicio, convirtiéndose en ángeles de aquellas personas. La Historia de Salvación, como los valores cristianos instan a la comunidad a participar activamente en el apoyo a los necesitados, tanto a través de la oración como de la acción práctica.

La Iglesia Católica otorga gran importancia al cuidado de los enfermos, brindando atención pastoral y asistencia práctica. La comunidad de creyentes sirve como un refugio donde los enfermos pueden encontrar amor, apoyo y consuelo, especialmente a través de los sacramentos de la unción de los enfermos y la Sagrada Comunión.

Gracias a todos los ministros de la comunión para los enfermos que, como ángeles, brindan apoyo a los enfermos, ancianos y los necesitados.

Santos ángeles, el sufrimiento siempre sigue siendo un gran misterio para nosotros los humanos. El hecho de que el Dios-Hombre Jesucristo haya elegido el sufrimiento como herramienta de salvación indica su gran valor. Ayúdanos a verlo en los sufrimientos que experimentamos. Amén.