Jovanny Kranwinkel.

Con el mes de junio del 2024 culmina la primavera y comienza el verano, pero estamos recibiendo temperaturas cálidas, como si estuviéramos en pleno verano de agosto. Justo este mes de junio en el que cada día 5 celebramos el día mundial del medio ambiente.

El sentido común nos lleva a darnos cuenta de que hay un cambio en el clima, que en este año está más caliente que el año 2023 que fue declarado uno de los más calientes de la historia y que este va a estar posiblemente todavía más.

El día mundial del Medio Ambiente nos encuentra quizá detenidos dando vueltas en el mismo punto de hace años. Impactamos la tierra sin buscar soluciones a esos impactos, aunque las ciencias nos muestran las consecuencias de esos impactos.

Hace 9 años que el Papa Francisco escribió la Encíclica Laudato Si y desde entonces decía esto que sigue todavía sucediendo porque: “Llama la atención la debilidad de la reacción política internacional. El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente. Hay demasiados intereses particulares y muy fácilmente el interés” (LS 51)

Pero no solo es un tema de la política internacional o gubernamental, se trata sobre todo de un tema cultural y de educación. Somos los seres humanos los que actuamos y nos desarrollamos. Los modelos de desarrollo actuales están basados en altos consumos de los recursos naturales sin tomar en cuenta el impacto negativo de ese desarrollo. “Por eso, hoy «cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta»” (LS 57).

Es preocupante incluso el momento en el que suceden varias guerras en el planeta pues: “…es previsible que, ante el agotamiento de algunos recursos, se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras, disfrazadas detrás de nobles reivindicaciones. La guerra siempre produce daños graves al medio ambiente y a la riqueza cultural de las poblaciones, y los riesgos se agigantan cuando se piensa en las armas nucleares y en las armas biológicas.” (LS 57)

Ya hay daños en términos de deterioro ambiental que son casi irreversibles en pérdida de biodiversidad que cumplían con una función fundamental en la vida de todos los seres vivos del planeta que para sobrevivir necesitan de una estabilidad sobre todo en términos del agua y del clima. Sin agua y con un clima alterado, se hace difícil mantener una salud estable. Por eso el Papa Francisco ha insistido en que tengamos la conciencia de que el clima es un bien común que debe ser preservado y cuidado de manera especial.

Muchas veces no entendemos que la manera de vivir en la actualidad genera impactos negativos que alteran el clima. La deforestación, el consumo excesivo de recursos naturales renovables y no renovables y lo más grave quizá en la actualidad es el mal manejo de los desechos y residuos sólidos sin control afectando la salud de los ambientes.

El Papa nos explica claramente el concepto de lo que es el medio ambiente cuando expresa: “. Cuando se habla de «medio ambiente», se indica particularmente una relación, la que existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Esto nos impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida… No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza.” (LS 139)

Volvemos a cuestionarnos sobre qué estamos haciendo desde lo personal y particular para no agravar el problema y analizar el pedido del Sumo Pontífice sobre nuestros estilos de vida: cómo consumimos, cómo desechamos, cómo manejamos el agua, cómo hacemos los procesos de uso de los recursos naturales no-renovables, etc.

El alto nivel de individualismo actual es causante también de una crisis que está definida así: “La dificultad para tomar en serio este desafío tiene que ver con un deterioro ético y cultural, que acompaña al deterioro ecológico. El hombre y la mujer del mundo posmoderno corren el riesgo permanente de volverse profundamente individualistas, y muchos problemas sociales se relacionan con el inmediatismo egoísta actual, con las crisis de los lazos familiares y sociales, con las dificultades para el reconocimiento del otro.” LS( 162)

Llamado especial del Papa Francisco por el día Mundial del Medio ambiente al que nos sumamos desde esta columna:

“La gravedad de la crisis ecológica nos exige a todos pensar en el bien común y avanzar en un camino de diálogo que requiere paciencia, ascesis y generosidad, recordando siempre que «la realidad es superior a la idea». ” (LS 214). Hace falta entonces una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea… Recordemos el modelo de san Francisco de Asís, para proponer una sana relación con lo creado como una dimensión de la conversión íntegra de la persona. Esto implica también reconocer los propios errores, pecados, vicios o negligencias, y arrepentirse de corazón, cambiar desde adentro. (LS 218)