Padre Jan Jimmy Drabczak CSMA

En los Hechos de los Apóstoles hay varios relatos de liberación. Esta vez se trata de san Pedro. El autor de la historia escribe que el rey Herodes, quien comenzó a perseguir a algunos miembros de la Iglesia y decapitó con la espada a Santiago, hermano de Juan, también encarceló a Pedro. Al capturarlo, lo encarceló y envió cuatro divisiones a vigilarlo. Después de la Pascua, tenía la intención de entregarlo al pueblo y juzgarlo.

“Y mientras Pedro era custodiado en la cárcel, toda la Iglesia oraba incesantemente por él a Dios. Llegaba el día en que Herodes iba a hacerlo comparecer; aquella misma noche Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas, y otros guardias custodiaban la puerta de la cárcel. De repente la celda se llenó de luz: ¡estaba el ángel del Señor! El ángel tocó a Pedro en el costado y lo despertó diciéndole: « ¡Levántate en seguida!» Y se le cayeron las cadenas de las manos.  El ángel le dijo en seguida: «Ponte el cinturón y las sandalias.» Así lo hizo, y el ángel agregó: «Ponte el manto y sígueme.» Pedro salió tras él; no se daba cuenta de que lo que estaba ocurriendo con el ángel era realidad, y todo le parecían visiones.  Pasaron la primera y la segunda guardia y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió sola. Salieron y se metieron por un callejón, y de repente lo dejó el ángel. Entonces Pedro volvió en sí y dijo: «Ahora no cabe duda: el Señor ha enviado a su ángel para rescatarme de las manos de Herodes y de todo lo que proyectaban los judíos contra mí.»” (Hch 12,5-11).

Con el apoyo del ángel, Pedro fue liberado milagrosamente y pudo seguir proclamando la Palabra del evangelio de Dios. La estrategia del maligno fue encarcelar a los que predicaban a Cristo, limitar su actividad, pero Dios envió a su ángel cuyo poder era mayor que el del espíritu maligno. El ángel del Señor liberó al Apóstol de la prisión, quien, con más poder que antes, comienza a proclamar el reino de Dios. De modo que el Apóstol es puesto en libertad para el bien, es decir, para hacer el bien. ¡Este es un mensaje importante! Dios envía a su ángel, incluido San Miguel, no por diversión, no por placer y no para que el hombre pueda jactarse de su posesión. Nada de eso. Dios envía un ángel al hombre con una misión específica, es decir, la tarea de hacer el bien.

El ministerio de liberación que tiene el ángel en relación con la persona de Pedro, se extiende también a otros ámbitos. El ángel no solo libera de la prisión, sino que también libera al hombre de todas las demás esclavitudes que limitan su libertad espiritual y corporal. Libera de la tentación y de la caída, ayuda a levantarse del pecado, libera de las enemistades humanas, que perjudican la salvación. El ángel del Señor, dirigido por el Arcángel Miguel, advierte a los creyentes sobre situaciones que podrían dañarlos. Dios envía a los ángeles y arcángeles al hombre para que lo hagan libre y capaz de desarrollar lo bueno y lo bello que hay en él. Sólo entonces podrá acercase al modelo divino.

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