Santuario Nuestra Señora de las Mercedes estuvo de patronales

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Jánico.- Con entu­siasmo, organización  transcurrie­ron las fiestas pa­tronales en honor a la Vir­gen de las Mer­ce­des, en el Santuario que lleva su nombre en Já­nico, don­de cada no­che se contó con un sacerdote invitado que traía bellos mensajes, el coro con sus excelentes in­terpretaciones y varias cancio­nes dedicadas a la Vir­gen.

Cada comunidad es­tuvo representada por una reina, elegida por sus méritos religiosos y su servicio a la comuni­dad, la cual era coronada por la del año an­terior.

Cada sector de la pa­rroquia desempeñó su papel. Los grupos apostólicos cooperaron con entusiasmo en la prepa­ración de la celebra­ción. Las instituciones del municipio se es­me­raron en enviar sus me­jores re­presentantes.

El comité pro-fiestas y la reina y su corte, tu­vieron gran presencia en la iglesia y hubo gran colaboración entre grupos con el propósito de que todo quedara lo mejor posible.

Como anfritriones,  estuvieron el padre César Filpo, párroco, nuestra reina Julia Al­monte y un co­mité muy eficiente y trabajador.

Tuvimos el honor de recibir al Obispo Auxi­liar de Santiago, Mon­señor Carlos Tomás Morel, quien nos acompañó en dos ocasiones, con excelentes prédicas. El sá­bado 22, más de 50 jó­venes recibie­ron el sa­cramento de la Con­fir­mación.

Doña Digna Ada­mes, quien cum­plía años y el nieto de Vic­to­ria Colla­do, que fue presentado en la iglesia, recibieron la bendición del Obis­po. Ellas son dos gran­des colabora­doras de la parroquia.

El 24, Día de Nues­tra Señora de las Mer­cedes, inició con la procesión encabezada por una carroza con la imagen de la Virgen de Las Merce­des, y las nueve reinas que enga­lanaron cada noche el templo.

La señora Julia Al­monte, reina representante de la Parroquia-Santuario Las Merce­des, fue escogida por su ayuda incondicional a la iglesia y la comunidad, entre otras cualidades.

Monseñor Tomás Morel llamó a subir al altar a las personas que llevan por nombre Mercedes, y a las rei­nas, para dar­le su bendición.

Al final, nos dejó un gran mensaje, invitándonos a que como lo hizo la Virgen de las Merce­des, rom­per las cadenas que nos impiden ser felices.

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