Diócesis de San Juan de la Maguana

El pasado jueves, 29 de junio, día de los sacerdotes: Pedro y Pablo, viajamos a Las Matas de Farfán para participar de los 25 años de matrimonio de Paula Ogando Jiménez y Arquímedes Solano (Rufino).  Ellos le han hecho caso al mandato de Jesús, en Mt 19, 6: “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”.  

25 años viviendo como lo pide el Señor: “Siendo una sola carne”.

He mantenido una relación muy cercana, con estos hermanos, que Dios me ha regalado, no sólo con ellos, sino con sus hijos, Miguel Ángel, Lynette, Ana Paula y Gabriel, a quienes considero mis hijos. Su casa es mi casa y puedo decir, que ellos han cambiado mucho, tanto, que su amor se ha vuelto más fuerte.

La celebración de la Eucaristía fue en  la parroquia Santa Lucía.  Mons. José Dolores Grullón Estrella, iba a presidir la celebración, pero no fue posible, por asuntos de salud.

Presidió el Padre Miguel Seis, Vicario General de la diócesis de San Juan y párroco de Santa Teresa de Jesús, en Elías Piña,  pidieron que hiciera la homilía,  destacando las cualidades de este  matrimonio de Paula y Rufino.  Participaron 6 diáconos permanentes y 9 sacerdotes. Hasta de Santo Domingo y San Pedro de Macorís nos desplazamos algunos.

25 años es muy fácil decirlo, pero 25 años viviendo el amor, el perdón, la gratitud, y sobre todo, la comprensión, como ellos mismos lo expresaron, es un regalo de Dios como ellos expresaron.

Rufino nos decía: Nosotros no tenemos grandes riquezas. Nuestra riqueza son nuestros hijos y cada uno de ustedes.

Vamos envejeciendo juntos, vamos cambiando de edad, pero lo que no quiero que cambien es el estar enamorados, para que podamos celebrar en el 2048, los 50 años, como dijo una señora, quien lo gritó a viva voz.

Concluida la homilía leímos una carta, que escribiera el padre Rafael Cuello, la cual causó una gran emoción entre los presentes y los seguidores del YouTube de la Vicaría Territorial Santo Domingo Este.  Nos dijo el padre Cuello, en su misiva: “Durante el tiempo que tuve prestando servicio como párroco en esa comunidad, con todas las cargas que tenían encima Rufino y Paula,  nunca se quejaron y nunca dijeron un no al Señor.  Fueron un ejemplo de vida para mí, y para los demás sacerdotes que hemos pasado por estas comunidades”.

Larga vida y que sigan viviendo la unidad.