Recordando a Mons. Vinicio Disla al cumplirse dos años de su partida

4
564

¿Quién fue Monseñor Disla?

Para responder a esta pregunta simplemente recojo algunos detalles y valoraciones que aparecieron en las Redes Sociales a raíz de su partida:

Nació el 28 de noviembre de 1935, en San José de Conuco, Salcedo. Fueron sus padres Sabas Disla y Antonia Almanzar. Sus hermanos fueron 10, hembras y varones, que con sus voces acopladas formaban un coro que animaba las veladas culturales y las ceremonias religiosas de su comunidad natal. Entró al seminario Santo Tomás de Aquino el 27 de septiembre de 1950, impulsado por su hermano mayor Juan Evangelista y llegó a Licey el 6 de octubre de 1962. Fue ordenado sacerdote el 27 de junio de 1964.

En un lenguaje directo, sincero, espontáneo, propio de un excelente comunicador, el padre Vinicio ha comunicado su recia fe, su inquebrantable esperanza y su contagioso entusiasmo a sus fidelísimos oyentes, entrando en miles de hogares, haciéndose uno más de familias, en las que algunos lo llaman su “segundo papá”.

“De lindo hablar”; “¡Tremendo sacerdote! ¡Con voz dulce y alentadora!”. “Sus homilías eran únicas”, breves, con lenguaje sencillo y ameno, siempre a la altura del público que tenía delante.

La profundidad de su mensaje, su testimonio de fe y su predicación esperanzadora hizo que sacerdotes, seminaristas y creyentes de todas las edades le buscarán y asumieran como padre y guía espiritual. Y que, obispos y otros miembros de la alta jerarquía eclesial le tuvieran como consultor de los asuntos relevantes.

El padre Vinicio desarrolló una gran capacidad de escucha y particularmente con la juventud. Fue Director Espiritual en el Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino durante ocho años. Recibió muchos jóvenes y adultos, que desfilaron constantemente por su pequeño “palacio” de madera y de zinc, junto al Seminario San Pío, donde vivió su larga vida ministerial.

Se desempeñó como comunicador en el programa El Despertar del Cristianopor Radio Amistad y escribía en la revista católica ´´Amigo del Hogar´´, también fue Co-fundador y director durante seis años del periodico Camino.

El gusto que traía de su casa por la música, la lectura y el teatro, se vio reforzado por los formadores jesuitas que encontró en las diferentes etapas de su formación.

El padre Vinicio Disla es lo que se llama un ejemplo perfecto de vocación, de vivencias, de una vocación pastoral y de entrega a Dios y a su pueblo. ¡Es un gran ejemplo!

Vinicio Disla, al terminar el bachi­lle­rato y estudio del latín, se sintió llamado a vivir su vocación, en la Compañía de Jesús, y se fue a Cuba, como un aspirante jesuita ejemplar, pero descubrió que ser jesuita no era su camino. Después de un breve tiempo, ingresa de nuevo, al Seminario Mayor Santo Tomás de Aqui­no” y se ordena sacerdote el 27 de junio de 1964. Es lo que se llama un sacerdocio “gustado”. Lo saboreaba.

Monseñor Vinicio gustaba, saboreaba su sacerdocio y lo vivía a plenitud. No hay pa­­labras para describir una voca­ción tan bonita, tan abierta y tan alegre… un verdadero artista de la música, de la palabra, de la entrega. “Cuando le tocaba una Eucaristía con su hermano ya ido, Juan Evangelista Disla. Este decía que su hermano Vinicio era un mago de la Palabra de Dios, en la parroquia y  por la radio.

Creativo también, haciendo modelos de oración: Hay un librito de oracio­nes que él escribió, para al despertarse el cristiano y al levantarse; con ofreci­miento de todas las obras del día a Dios.  La oración ayuda a hacer bien la me­ditación y a meditar la Palabra de Dios. Este librito contiene también: a la acción de gracias después de la comunión, la oración para bendecir el alimento, la mesa;  muchísimas oraciones para las visitas al Santísimo Sacramento, en el Sagrario: la Oración de los Apósto­les para la santificación universal. Oracio­nes para ministerios específicos de la Igle­sia, para la Legión de Ma­ría, para la juventud, el Aposto­lado de la Ora­ción… Además la oración por las vocacio­nes,  con tanta variedad de modelos de ora­ción de la noche.

Fue un hombre de grandes multitudes, un hombre conocido en todo el país. Querido, valorado, todo lo que se quiera decir. Y en el plan de Dios estuvo terminar su vida por este mundo en un momento en el que solo pudimos estar  diez personas en su Eucaristía de funeral, y en el cementerio, porque no se permi­tían más a causa de la pandemia de Covid-19. Los caminos de Dios, son otros caminos. Y esa manifestación multitudinaria de cariño y gratitud, que hubiese sido ex­presada por  la  Iglesia y los feligreses, le ha sido demostrada con la gloria que le ha sido reservada en el cielo.

Terminó con paz, simplemente se quedó… recuerdo que estaba pendiente de él, con visitas frecuentes, y en un momento dijeron: “No está respirando, se que­dó”, de esa manera, con esa paz, entregó su vida y entró en el Reino de Dios.

Mons. Vinicio Disla fue un sacerdote de la Arquidiócesis de Santiago: Estimado, recordado y admirado por muchos.

Elevemos nuestra plegaria al Señor por su vida y actividad apostólica, ministerial, vocacional y de acompañamiento espiritual a tantas personas que fueron orientadas por él. Su recuerdo es un estímulo para nuestra fe y nuestra vida cristiana.

Mons. Valentín Reynoso, msc

Obispo Auxiliar Emérito

Santiago de los Caballeros

4 COMENTARIOS