En terreno fértil

Hace poco, tuvimos la grata invitación de los amigos de la Universidad Abierta Para Adultos (UAPA), para que pudiéramos elaborar un discurso de Acción de Gracias para los graduandos.  Y no vamos a negar, que aun con las múltiples actividades que nos ocupaban, no podíamos negarnos a tal petición, porque entendíamos que podíamos aportar alguna semilla de esperanza con el mismo.

La experiencia fue muy enriquecedora para quien escribe, porque nos permite remontarnos a las veces en que habíamos estado en la situación que estarían ellos.

La forma en que tienen muchos de nuestros jóvenes o personas que aun habiendo pasado la edad de juventud, pero que tienen un espíritu de buscar lograr mayor crecimiento personal, merecen todo nuestro respeto y consideración. 

En este país, si  queremos seguir avanzando, debe ser en un gran porcentaje, por medio de la educación.  Es buscar en el conocimiento, sea, técnica o profesional la manera de escapar de la ignorancia y de la discriminación de que se pueda ser objeto por el solo hecho de no estar preparado.

Algunas de las consideraciones externadas por quien escribe, para esos nuevos graduandos, fueron las siguientes: “La sociedad que hoy los recibe a ustedes, requiere de profesionales con criterio, seriedad, capacidad, pero sobre todo, disciplina y responsabilidad.  No quiere ni necesita mediocres ni aquellos que solamente se conforman con ganar dinero sin darlo todo. No necesita de aquellos que no son capaces de comprometerse con los objetivos donde piensan laborar o no se entregan por lo que hacen, aun así sea haciendo la labor más pequeña hasta la más grande”.

Seguimos diciendo: “Existió en el siglo pasado, un gran maestro y jurista uruguayo, Eduardo Couture, el que no solamente no debería ser leído por abogadas y abogados, sino que sus palabras deben ser luz y parámetro para todo aquel que se precie de ser un profesional en cualquier área.  Él dejó para las generaciones siguientes a su muerte, un Decálogo del cual nos gustaría traer a colación o mencionar, cuatro de sus principios, que son los siguientes”:

“Lucha. Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha siempre por la justicia”.   “Esto es, que lo que debe primar ante todo en el camino de cada uno de ustedes, no es tan solo la ley, sino qué es lo más justo para toda persona. Porque a veces, las disposiciones legales son duras e inertes, pero el corazón de los hombres debe actuar siempre basado en la justicia”. 

“Esto anterior, se aplica lo mismo a lo que hemos pensado.  Es mejor que como profesional seas, más ético y moral que legal”.

A veces, olvidamos, que aquello que nos hace fuertes, no es tanto la fuerza física, sino el espíritu y lo que permitimos adornar el mismo, con valores. Ante todo, es importante, cuál es su comportamiento y conducta ante la vida.

En lo que dirigimos a esas mujeres y hombres que recibirían el esfuerzo de su realización, también, le indicamos, lo siguiente: “Les contaremos una anécdota de un gran maestro vienés, que sobrevivió al campo de concentración nazi, el doctor Viktor Frankl, que en su obra: “El hombre en busca del sentido”, indicaba lo siguiente: “…que si bien sus captores controlaban todos los aspectos de la vida de los reclusos, incluyendo si habrían de vivir, morir de inanición, ser torturados o enviados a  los hornos crematorios, había algo que los nazis no podían controlar: cómo reaccionaba el recluso a todo esto”.

Esperamos que Dios pusiera su voluntad, en que cada palabra salida de nuestra garganta, fuera una semilla que al caer, creciera en terreno fértil.  Gracias UAPA y graduandos, por la oportunidad.