“Proclamación”

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En el marco del Tercer Plan de Pasto­ral y para este octubre de 2019, se nos propone el lema: “Predica la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo” (2 Timoteo 4, 2). El mis­mo, concretiza el valor propuesto de la “Pro­clamación”.

Muy específica es la cita de la segunda carta a Timoteo: Pre­dica, insiste a tiempo y a destiempo. Predicar cuando nos sentimos bien y cuando las cosas van mal. Cuando nos sentimos felices y a gusto, pero también cuando no estamos tan contentos y animados. Estando en salud o enfermos; de acuerdo con los planes de Dios o peleándonos con ÉL. Esto es, siempre y en todo tiempo, lugar y condiciones.

¿Qué significa? ¿Qué nos volvamos fanáticos y cansemos a los demás por hablar sólo de Dios, de su amor y su Reino?

Pienso que no es eso lo que nos dice este lema. Me inclino por pensar que se trata de vivir la Palabra en todo ambiente, lugar y condición en que nos encontremos. Con ello, estaremos dando testimonio de lo que cree­mos y, de ser necesa­rio, añadamos también nuestra palabra a las acciones reali­zadas; a la conducta expresada; al sentimiento referido con lo hecho.

Pero además, creo que hace referencia a que no nos avergoncemos de defender lo que decimos creer y profesar de palabra y obra eso que hemos aceptado por voluntad pro­pia. No negar a Jesús y su evangelio para evitar ser rechazados o criticados. No dejar de asistir a la Eucaristía para evadir que nos tilden de pariguayos, atrasados o fuera de moda. Tener nuestros ratos de oración, independientemente de lo que puedan criticar los que no lo hacen o se burlan.

Cabe preguntarnos, ¿podremos cansarnos de predicar la Palabra? ¿Podemos vestirnos de cristianos solo cuando nos conviene? ¿Mos­trar­nos como testigos y misioneros solo entre los católicos que también lo son y nos comprenderán? ¿Bendecir solo a los nuestros o a aquellos que­ también lo hacen? ¿Rechazar los contenidos deshumanizantes y negativos solo cuando estamos apoyados por otros?

Creo que a eso se refiere Pablo en su segunda carta a Ti­moteo y eso enaltece nuestra Iglesia a proponérnoslo como lema y valor del mes.

Que el gozo de ser cristianos católicos, nos anime siempre a proclamar el Reino de Dios con obras y pala­bras; con fe, frecuencia a los sacramentos, ora­ción y prédica en famil­ia, grupos de pastoral y a través de estos.

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