Por: José Jordi Veras Rodríguez.

Dicen que una de las mejores maneras de crear mensajes positivos, es mostrando buenos ejemplos. 

Precisamente, deseamos resaltar una muestra de cómo el trabajo en equipo puede brillar, no solo a cada individuo que pertenece al mismo, sino a todo un país y con esto, darle valor al concepto nación.  Eso es lo que hemos visto,  en nuestras Reinas del Caribe, en el deporte del Voleibol.

Muchos no concuerdan en cuál es el origen del nombre con el cual todos las conocemos como Reinas del Caribe.  Según la ex capitana eterna, Milagros Cabral, quien se retiró llena de gloria luego de los juegos de Londres del año 2012, indica, que entiende que el nombre llegó luego de que desplazaran a las cubanas de la hegemonía en el Caribe de su poderío  en el voleibol y a las jugadoras de Cuba, les llamaban, “Las Morenas del Caribe”.

Ahora bien, sin importar cuál haya sido su origen normativo, lo que sí importa es que hacen y han hecho honor al mismo.  Desde el año 2003, sin mucho apoyo estatal –como siempre sucede en cualquier disciplina en este país-, es como si los Ministerios de Deportes no existieran. Las Reinas del Caribe lograron conformar, junto al director del Proyecto de la Selección Nacional, Cristóbal Marte y tras años de gran esfuerzo de toda índole, lograron imponer su respeto como Reinas.

Tal como lo establece su historia, que podemos resumir de la siguiente manera: “Es en el año 1998 cuando el ex jugador cubano Jorge Pérez Vento fue quien propició el cambio en el voleibol dominicano, luego de que fuera contratado como seleccionador nacional de 1998 a 2002. El que trabajó en las categorías inferiores que hoy en día son la base de la escuadra femenil”. “Así participaron en eventos internacionales como los Mundiales de Japón 1998 y Alemania 2002 o los Grand Prix.”. “Aunque Pérez Vento puso la base de este proyecto, no pudo colgarse la presea de oro de los Juegos Panamericanos de 2003 junto a las jugadoras, debido a que fue sustituido un año antes por el también cubano Jorge Garvey”. “En 2008 la Federación Dominicana de Voleibol dio las riendas del equipo al brasileño Marcos Kwiek, quien en la actualidad sigue al mando”.

Esta breve historia de los inicios de quienes cada una de sus actuaciones, nos ponen orgullosos y nos llenan el pecho tricolor cuando salen a la cancha llenas de vergüenza, valor y decisión, de hacer siempre el mejor papel en el terreno. No importa si ganan o pierden, ya con el hecho de estar ahí imponen su respeto con su manera de actuar y accionar.  Han sabido ganarse a través de la disciplina, la responsabilidad, el trabajo y la dedicación, que hoy sea considerada nuestra selección nacional de voleibol femenino, como la número nueve del mundo.  Eso se llama constancia hacia un objetivo como equipo.

A pesar de no haber recibido el apoyo total del Estado Dominicano, a través de los años, ni siquiera un lugar exclusivo para sus prácticas, siguen dando el resultado de buenas embajadoras como lo hace otra parte de los deportistas dominicanos, que aun con sus limitaciones en recursos, siguen poniendo el país en el ojo del mundo de la mejor manera.

Entonces jóvenes dominicanos por la vía del esfuerzo y la dedicación es posible teniendo la disciplina, unida a la cualidad o virtud que poseas, las limitantes siempre podrán ser derribadas, y que no hay muros para quienes con fe, amor, confianza, y disciplina, se forjan un sueño y lo saca de su mente para hacerlo realidad.

Ojalá, que a través de ejemplos como el de nuestras Reinas del Caribe, o de Marileidy Paulino, puedan motivar a la conciencia y la vergüenza de la parte política que muchas veces no miran este tipo de referencias como  importantes y no dedican los recursos que requieren las disciplinas deportivas. Se olvidan lo mucho que gana nuestro país y la juventud alejándose de tantas taras y amenazas de su presente y su futuro.

¡Adelante, Reinas del Caribe!, sigan dándonos el brillo que han sabido imponer con su esfuerzo y tenacidad. Se puede.