Por: José Jordi Veras Rodriguez 

Hace poco veíamos unos números que exponía el viceministro para las Comunidades Dominicanas en el Exterior y director del INDEX, Carlos de la Mota, indicando varios aspectos: de la cantidad de dominicanos que viven fuera del país y que el total, suman 2,835,593 para un aumento de 303.975 (12%) respecto de los resultados dados el año pasado. 

Estos datos fueron asumidos de 111 entidades dispersas en el mundo, y donde se arroja que 53% de los dominicanos radicados fuera y de la suma total ya indicada, son personas del sexo femenino. Y que el 55.4% de la diáspora, son de edad joven con menos de 35 años. Esa misma, que aquí ya no tiene oportunidad de trabajar si es despedida o que intente conseguir una vez perdido el que tenia.  Y eso es doloroso. 

De la cantidad total de dominicanos residentes en el extranjero, 2,393,718, se encuentran diseminados en EEUU, siendo, New York, New Jersey, Florida, Massschussets, y Pensilvania; como la mayor concentración de la comunidad dominicana. Luego, España sigue siendo la primera de los 20 destinos con más dominicanos, con 188,308 quisqueyanos, que han fijado residencia en Madrid, Cataluña y Castilla y León. 

Sigue indicando el informe, que Italia es el tercer destino para los migrantes dominicanos con una concentración de 28,812; le sigue Canadá, con 22,125 y Chile con 19,481. 

Se dieron dos datos que nos llamaron en atención, fue que: en Grecia, está concentrada, con mayor proporción, el 84.2% del total de las féminas que viven en el exterior. Mientras que en Canadá, se acumula la mayor cantidad de jóvenes dominicanos menores de 25 años de edad, con el 46.9%. Esta última cifra, nos indica el masivo trasiego de profesionales nuevos que han optado por las facilidades que está otorgando esa nación y que no ven en su país un futuro inmediato. Y eso, si es preocupante. 

Estamos muy de acuerdo con lo que establecía hace unos días un editorial vespertino que titulaba el mismo como: “Reír o llorar”, a propósito de estos datos dados a conocer. Y es cierto, porque ojalá y pudiéramos como nación utilizar esos números para crear políticas que fueran en favor de cambIar la realidad que cada día es más constante, de que una parte de dominicanos hace tiempo perdió la esperanza de que en su propio país pudiera tener mejoría y aún peor, que tantos profesionales que deberían estar brindando sus conocimientos y talentos aquí, tengan que ser aprovechados por países que no invirtieron un centavo en ellos. 

No creemos que podamos sentir orgullo por lo que hemos analizado más arriba. Más bien, una preocupación, por una realidad que no cambia. 

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