No enterremos los valores

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Cuando sacamos a Dios de nuestras vidas el ser humano es capaz de cometer las acciones más horrorosas. Se convierte en un mons­truo que deja atrás a mu­chas fieras salvajes.

Los hechos de violencia que estamos viendo en la actualidad, aquí y fuera del país, nos dejan perplejos. Pegarle fuego a una vivienda con los hijos y la madre dentro de ella, pro­vocado por un hombre que perdió el rumbo de su vida y brota odio por sus poros, se está repitiendo con frecuencia. Ver a una madre golpeada por su hijo al cual las drogas volvieron trizas su cerebro, era un acto que jamás pensába­mos ver.

Ver a funcionarios del sector público echando por el suelo su dignidad, desacreditando las institucio­nes que representan. Ver­los trai­cionando la con­fianza que el pueblo depo­sitó en ellos, solo por el afán de acumular riquezas aun­que nunca puedan andar por las calles con la frente en alto, y siendo una ver­güen­za para sus hijos, se está convirtiendo en un estilo de vida.

Que motivados por el racismo encontremos personas que cometen críme­nes contra seres humanos inocentes, como ha ocurrido en El Paso y Ohio, Estados Unidos, el pasado fin de semana, es un retroceso de la historia que creíamos supe­rado.

Vamos por un mal camino. La ruta escogida por un sector de la socie­dad solo nos lleva al abismo, la desesperación y la angustia permanente.

Recordemos que fui­mos creados para ser feli­ces. Es hora de globalizar la espe­ranza y la solidaridad. No perdamos un ­mi­nuto más en la construcción de un mundo mejor, y comencemos a fomentar en todos los ambientes una cultura del encuentro, por­que si continuamos ente­rrando los valores que dan sentido a nuestra existencia, la faz de la tierra se volverá un caos, y así el mundo será inhabitable. Aprendamos a vivir en convivencia, como verda­deros hermanos.

 

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